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“Las redes nos brindan el poder de señalar, juzgar, condenar y castigar, algo que la sociedad nos niega a nivel individual”

El Oscar concedido a la actriz Hattie McDaniel en 1940 supuso un terremoto en la sociedad estadounidense.

En el artículo anterior vimos como la democratización de las Fake News han supuesto un nuevo contexto donde no es posible distinguir entre una noticia real o falsa. La Post Verdad. Otro fenómeno asociado a las redes es la Cultura de la Cancelación. Un fenómeno importado de Estados Unidos, que cada vez tiene más fuerza en Europa. Un ejemplo paradigmático fue la retirada de Lo que el viento se llevó del catálogo de HBO por racista. Ahora, tras la píldora reeducativa correspondiente, podemos volver a disfrutar de la película.

Se trata de una película que rompió moldes en su época, precisamente, por lo contrario. No solo es que la actriz Hattie McDaniel se convirtiese en la primera persona negra en ganar un Oscar por su inolvidable papel de Mammy. También, gracias a las presiones ejercidas por el productor David O. Selznick, McDaniel, aunque apartada del equipo, pudo asistir a la gala celebrada en el hotel Ambassador Los Ángeles.

Una mujer negra dando un discurso en los Oscars, en 1940. Fue un terremoto. Fueron personas muy valientes. Personas con valores que van mucho más allá de unos estereotipos propios de la época, y que ahora, más de 80 años después, en favor de lo políticamente correcto sirven para cancelar una de las grandes películas de la historia. El poder siempre se ha ejercido para vetar opiniones y personas molestas con la línea adecuada. No es nuevo. Se trata de una censura clásica.

La Cultura de la Cancelación es algo completamente distinto. Es un fenómeno muy puritano en su concepción, en tanto en cuanto es la masa la que ejerce su poder a través de las redes. El poder de señalar, juzgar, condenar y castigar, un poder que la sociedad nos niega a nivel individual, pero que las redes nos ponen en la palma de la mano. Tras el descalabro que supuso la llegada de la prensa digital al panorama periodístico, los grandes medios han sobrevivido gracias a la publicidad institucional, amén de vociferar para las grandes compañías que pagan sus facturas.

Desde hace un tiempo, muchos medios generalistas han optado por el modelo de suscripción. Se trata de un modelo que funciona con éxito en nuestro país en infinidad de medios, habitualmente especializados en una determinada temática. Aquí no hay problema, ya que la discusión suele centrarse en motivos técnicos. El problema está en la prensa generalista, donde la Cultura de la Cancelación tiene cada vez más fuerza.

La Cultura de la Cancelación es incluso más dura y radical que la clásica. Hablamos de la censura del suscriptor. La cesura del que, por pagar, se cree con derecho a intervenir en la línea editorial de un determinado medio. La censura de señalar quién puede y quién no puede escribir en un medio. La Post Censura. Post verdad y Post Censura, dos fenómenos nacidos en las redes y que van de la mano.

Algo que parecía positivo para la libertad de expresión como dejar de depender, por lo menos en parte de los anunciantes, se ha terminado mostrando como un modelo mucho más censor. Un modelo mucho más puritano.

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