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Echo celebró este domingo un animado y accidentado descenso de navatas por el río Aragón Subordán, ya que una de las embarcaciones sufrió dos percances que, si bien no conllevaron daños personales, obligó a los navateros a emplearse a fondo para recomponer la navata.

La jornada acompañó, aunque el cielo estuvo cubierto durante toda la mañana, registrándose una gran presencia de público, que presenció el descenso desde los puentes de la localidad y en los puntos estratégicos del río.

La primera navata bajó sin problemas, con una parada intermedia en la zona del puente de la ermita, para descansar y recomponer uno de los trampos (tramos); pero la segunda, nada más salir, chocó contra una escollera y quedó divida en dos partes, al quebrarse la unión del segundo trampo con el tercero.

Los navateros realizaron un apaño de emergencia, empleando cuerdas de plástico que ya tienen previstas ante este tipo de incidentes, pero al poco tiempo de reiniciar la marcha, en la siguiente escollera, cerca del antiguo molino, la navata se enganchó con una piedra y volvió a romperse por el mismo sitio. “Afortunadamente, no pasó nada”, explicó José Pérez Vinacua, uno de los navateros que iban a bordo. Con la colaboración del público que había en esa zona, consiguieron desatascar los trampos que se habían quedado clavados en la escollera y pudieron reflotar la navata, una vez unidos los trampos afectados.

Para no alargar la espera, la primera embarcación continuó con el descenso hasta completar el recorrido, y la segunda lo hizo después, concluyendo la jornada cuando ya se habían superado las dos y media de la tarde.

Las dos navatas construidas este año eran de cuatro trampos, participando 17 navateros y dos invitados (un hombre y una mujer) que resultaron agraciados en el sorteo que realiza la Asociación de Navateros de la Val d’Echo entre sus socios y colaboradores. Ambas completaron el recorrido habitual de 3 km, que separa la glera del molino y el puente viejo.

Video: PACO BARÓN. Fotografía de portada: MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ
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