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125 AÑOS

Junio 1898

Explotación tabaquera en Cuba. SE

Las escasas y contradictorias noticias que se reciben en España respecto a las guerras coloniales, que sostenemos con los Estados Unidos, perturban el ánimo e impiden formar un juicio acertado y exponer con sinceridad cuál es el derrotero que debe seguir nuestra nación ante los pavorosos problemas que hoy se dilucidan.

Por otra parte; sería preciso agotar todo el repertorio de adjetivos que merece la pasividad de las grandes potencias, así como la inocua conducta de los yankis bloqueando sin barcos suficientes, bombardeando sin previo aviso, cortando cables que no les pertenecen, y lo que es más infame, izando en sus barcos la inmaculada bandera española para penetrar impunemente en nuestros puertos. Llamar a los norteamericanos canallas, bandidos, cerdos, escoria de todos los países y otros apelativos por el estilo, ha satisfecho ya nuestro amor propio y descontento ante la traición y la villanía del adversario: hemos empelado ya suficientemente ese vocabulario y ahora cumple a nuestro propósito analizar la cuestión bajo el punto de vista práctico.

Claro es que no cejaríamos en nuestra empresas si, cubriendo de improperios a los yankis, apurando el repertorio de frases gruesas y de los epítetos más denigrantes y presentándolos y presentándolos en toda su desnudez ante la opinión pública consiguiéramos echar a pique alguno de sus acorazados o desbaratar sus escuadras o romper las costillas a los célebres Sampson o Dewey; pero hay que convenir en que ningún perjuicio ni molestia se ocasiona a los yankis llamándoles cerdos y cochinos, y por lo tanto, es más patriótico pensar en la mejor manera de atacar a nuestros enemigos en lo que más les duele, en su comercio, en sus intereses. En este concepto, hemos insistido en las columnas de este semanario en la conveniencia de establecer el corso, y la misma petición ha dirigido una y otra vez en el Congreso el diputado a Cortes conde de las Almenas. Con el mismo fundamento habremos de ocuparnos hoy de la conveniencia suma de autorizar el libre cultivo del tabaco en nuestra península, preparándonos así para contingencias futuras. Necesariamente la autonomía de Cuba tiene que alterar las condiciones del sistema aduanero seguido hasta ahora, con perjuicio de los intereses de la metrópoli.

Es notorio que en la región meridional de España se producía en abundancia y con escaso coste un tabaco de excelente calidad, y que se ha perseguido constantemente el planteamiento de esta explotación, que tanto hubiera favorecido a nuestra decaída agricultura, pero respetos mal comprendidos y errores de los gobiernos, que venimos hace tiempo padeciendo, impidieron todo ensayo en grande: hoy han desaparecido parte de los obstáculos que se oponen a la medida que apoyamos, medida lógica y de justicia incontrovertible, ya que los cubanos quieren prescindir de nuestro concurso y apoyo.

Comprendiéndolo así la compañía arrendataria de tabacos ha solicitado de los Sres. Larios de Málaga algún terreno para ensayar el cultivo del tabaco en aquella provincia, y parece, según indica la prensa, que dichos señores acogieron con agrado la petición y han cedido unos terrenos en Torre del Mar, habiendo empezado ya el ensayo del referido cultivo. Esperamos pues los resultados (…)

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