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Los músicos de La Oropéndola tocando el órgano de la Catedral de Jaca. FICS

La noche del pasado miércoles el precioso órgano romántico de la Catedral de Jaca lució todo su poderío. La propuesta inicial era tocar a cuatro manos y cuatro pies el emblema jaqués construido por Hermenegildo Gómez, pero la duplicación sonora no pudo ser por indisposición del maestro José Luis González Uriol, por lo que el recital de La Oropéndola corrió a cargo de Javier Artigas, concertista especialista en música antigua, catedrático de Órgano y Clave del Conservatorio Superior de Murcia, profesor invitado del Departamento de Música Antigua de la Escola Superior de Música de Catalunya, y director del Curso y Festival de Daroca.

Preparado específicamente para el Festival Internacional en el Camino de Santiago, organizado por la Diputación Provincial de Huesca, el programa no incluía obras novedosas, pero sí lo fueron el concepto, la selección y el orden de las mismas, así como la maravillosa ejecución de cada pieza, que inundó de colorido, contrastes y matices sonoros la atmósfera atenta y respetuosa de la gran Catedral. Por un lado, se encontraban las obras de Ramón Ferreñac, primeros ejemplos de la música compuesta en España pensada para cuatro manos, del que fuera organista del Pilar en la época de los Sitios, con lo cual es un poco el reflejo del fin del Ancien Regime y, por otro lado, las obras de Giovanni Morandi, que mostraron el mundo del melodramma italiano del siglo XIX traspasado al órgano.

La Catedral de Jaca se llenó para escuchar el concierto de La Oropéndola. FICS

La Catedral de Jaca se entusiasmó con un programa más que variado, “en el que nos encontramos inmersos en un espacio temporal reducido, pero con un elenco de autores de primer nivel. Debemos de destacar a Ferreñac, ya nombrado, pero a W.A. Mozart, de quien escuchamos unas Variaciones, o a Carl Philipp Emmanuel Bach, el hijo más dotado de Johann Sebastian”, destaca Javier Artigas.

Al tratarse de un concierto de órgano, la registración, “esto es, la tímbrica elegida por los intérpretes, juega una baza fundamental, junto con la musicalidad que se puede escuchar en cada una de las obras del programa. A La Oropéndola, con ya más de veinte años de carrera en los escenarios más importantes, siempre se le ha considerado un grupo en el que prima la musicalidad a través de la expresividad y el gusto por el fraseo”, comparte el organista.

“Es evidente que la pandemia ha influido en el desarrollo del mundo concertístico —continúa Artigas—. En nuestro caso, hemos seguido trabajando con seriedad y esto ha permitido el poder volver a los escenarios con cierta naturalidad”. Respecto al Festival oscense, considera “una propuesta muy inteligente el dar al enemigo invisible un protagonismo que ha existido a lo largo de la Historia y que, no olvidemos, ha generado unas músicas específicas para luchar contra él. Podemos pensar en las melodías de canto llano que se generan contra la pestilencia, y en los distintos ceremoniales, tanto sacros como profanos, que surgieron para combatir a los diferentes males: pongamos, por ejemplo, las tarantelas medicinales del sur de Italia, los rituales antipeste y antidemoníacos, entre tantos otros”.

A nivel personal, apunta Artigas, “estoy en el inicio de un proyecto discográfico que pondremos en pie junto con Ministriles de Marsias titulado Batalla de Tientos, en el que se grabarán diferentes obras compuestas originariamente en el siglo XVII para órgano y que serán interpretadas, unas por un ensemble de Ministriles, instrumentistas de viento imprescindibles en las capillas catedralicias y sin duda antecesores de las actuales bandas; y otras por el órgano, propiciando una Batalla de Tientos jugando con los nombres más importantes de las formas musicales organísticas ibéricas del siglo XVII.

Estamos de enhorabuena, pues La Oropéndola continuará preparando nuevos e interesantes proyectos, siempre ligados a la música a cuatro manos mediante la investigación en archivos y la búsqueda de otros repertorios, para repetir, como sucedió la otra noche en Jaca, un magnífico concierto al rescate de partituras y órganos, vivos y presentes, “para que las obras vuelvan a ser santo y seña de un momento cultural”. Aplaudido y sentido, fue otro gran recital para el recuerdo.

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