“Es hora de reivindicar un futuro distinto, de inyectar esperanza y de establecer un nuevo contrato social que coloque a las personas en el centro y deje atrás los desastres del neoliberalismo”
Manos unidas en círculo, en una imagen de Clker-Free-Vector-Images en Pixabay.
La adhesión de España a la UE en 1986 supuso un importante impulso para el desarrollo de nuestro país, pero las ayudas que Europa nos ofreció fueron criticadas por algunos Estados del norte porque pensaban que repercutían negativamente en sus economías. Esta actitud de encerramiento en uno mismo no se da solo en Europa, como muestra la expresión América first, con la que el expresidente de EE.UU. reclama que la Administración se ocupe, en primer lugar, de su propia nación, lo que implica tanto el olvido de su participación en proyectos internacionales como la no acogida de los inmigrantes venidos de países más pobres.
También en España encontramos actitudes de rechazo hacia los menos ricos pues las comunidades más desarrolladas esgrimen diversos argumentos para justificar su negativa a compartir su riqueza con las menos prósperas. Y, sin salir de nuestro entorno, es frecuente oír en conversaciones informales la preferencia por proteger aún mejor a la propia familia antes que ayudar a otros grupos o personas menos solventes.
En nuestro país la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) ha sido uno de los ámbitos que más recortes ha sufrido con la crisis. Su desplome ha sido de un 70% desde 2009 y de otro 53% en la última legislatura. Esta disminución se ha hecho notar, sobre todo, en la ayuda humanitaria, que ha caído un 82% desde 2009.
Vayamos al ámbito local. En Jaca se constituyó hace tres décadas la Plataforma 0,7% para ayudar al crecimiento de los países más desfavorecidos en cumplimiento del objetivo de la Cumbre de la Tierra que, auspiciada por Naciones Unidas, se celebró en el año 1992. Esta Plataforma pretendía que se aportara el 0,7% de los presupuestos municipales para apoyar proyectos de desarrollo en países menos avanzados. Ahora, tras treinta años de compromiso ejemplar y responsable, parece que esta decisión se tambalea y se pretende dedicar esa cuantía a otros programas en la propia ciudad.
El concepto de cooperación internacional se remonta a 1970, cuando la ONU acordó destinar el 0,7% de la renta nacional bruta a la AOD. De aquí se deriva la movilización en favor del 0,7 % cuyo histórico incumplimiento en los países ricos es, tal vez, el símbolo más obvio de su falta de responsabilidad y empatía. Acumulamos décadas de promesas rotas: los poderosos apenas invierten hoy de media un 0,3 %, pero este no es un problema de recursos, sino de que los gobiernos entiendan y asuman las verdaderas prioridades de nuestro tiempo. De hecho, la cooperación internacional no debe ser entendida actualmente como mera ayuda entre naciones, ya que los países del Sur no quieren que les enseñemos a pescar, sino que nos piden que dejemos de contaminar el río para poder seguir pescando.
Son muchos los que, en todo el mundo, están levantando la voz para decir que vamos camino a un precipicio, que necesitamos modificar nuestro rumbo como sociedad de manera profunda y que el momento para este cambio es ahora porque lo que está en juego no puede ser más urgente. Afirman que la crisis palpable del paradigma desarrollista, las crecientes desigualdades y las evidentes consecuencias que amenazan la sostenibilidad de la vida que ya sufren, de manera desproporcionada, millones de personas en el Sur global, nos advierten de que el tiempo para reaccionar se agota.
Es hora de reivindicar un futuro distinto, de inyectar esperanza y de establecer un nuevo contrato social que coloque a las personas en el centro y deje atrás los desastres del neoliberalismo. Pero, para hacerlo posible, es imprescindible comprender las causas de los problemas, conocer las experiencias de quienes los sufren y escuchar a las organizaciones sociales.
No escogemos el tiempo que nos toca vivir, pero sí podemos elegir cómo respondemos al mismo. Pensamos que, como ciudadanos de Jaca, debemos renunciar a considerarnos first y poner nuestro granito de arena para construir un nuevo modelo social que revierta desigualdades, redistribuya bienestar y garantice derechos básicos para todas las personas sin excepción.