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Del 8 al 23 de mayo viene desarrollándose en Artieda la segunda experiencia del proyecto Rooral, una iniciativa que se puso en marcha el pasado año con el objetivo de tender puentes entre el mundo rural y el urbano, facilitando a personas de diferentes perfiles y procedencias la posibilidad de teletrabajar y experimentar cómo es la vida en los pueblos, en contacto con la naturaleza y en un ambiente alejado de los ritmos y el estrés que imperan en el día a día de las grandes ciudades.

Rooral es una idea a la que están dando forma Ana Amrein y Juan Barbed, dos jóvenes que antes de la pandemia apostaron de lleno por estrechar estos dos mundos –el rural y el urbano–, aparentemente antagónicos, gracias a las posibilidades que ofrece el teletrabajo.

Como explicaba en aquella ocasión Juan Barbed, “no se trata de promover un trasvase hacia los pueblos, sino acercar lo rural y que la gente [de la ciudad] empiece a decidir cuál es la relación, el equilibrio, que quieren tener entre lo rural y lo urbano”.

Para poner a prueba su idea, buscaron un lugar en el que se dieran unas condiciones propicias para desarrollar el proyecto, decantándose finalmente por Artieda, después de visitar varias poblaciones en distintas comunidades autónomas. En su decisión se tuvieron en cuenta varias condiciones, que son básicas e imprescindibles para desarrollar un proyecto de estas características: una buena conexión a internet, alojamiento y complicidad por parte de la población autóctona.

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