En Villanúa, el negro no es solo un género: es parte de un paisaje y un motivo para encender la mecha de una conversación pausada, reflexiva y hasta entusiasmada, en la que convergen los autores invitados y el público asistente. Nueve ediciones después, VillaNoir ha pasado de ser una cita singular a convertirse en un ecosistema donde el rural noir —ese crimen de voces ocultas, caminos de tierra y largos silencios— encuentra un lugar en el que habitar, un público entregado y creadores inspirados por la naturaleza de un fenómeno cultural en expansión.








