A lo largo del siglo XIX, la falsificación de moneda en España venía siendo un mal endémico para la economía española. No es exagerado afirmar que a principios del siglo XX la sociedad española entró en pánico cuando se conoció que, desde 1876, corrían nada más y nada menos que 19 emisiones (8 de Alfonso XII y 11 de Alfonso XIII) de duros falsificados que, dada su calidad en peso, ley y grabado, pasaban perfectamente por duros verdaderos.