A modo de preámbulo, permítaseme decir que si estos III Juegos de Invierno se están celebrando en este año de 1975 (que los economistas enterados han señalado como “año de crisis”), se debe, en principio, a la fe inquebrantable de un puñado de hombres entusiastas; a su esfuerzo común; a su firme deseo de dar continuidad a una obra comenzada; de seguir dándole vida y forma a un proyecto ambicioso de cara al futuro.
