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La historia de Souleymane (L’histoire de Souleymane, 2024)

Duración: 92 min. País: Francia. Dirección: Boris Lojkine. Guion: Boris Lojkine, Delphine Agut. Reparto:Abou Sangare, Nina Meurisse, Younoussa Diallo, Amadou Bah, Emmanuel Yovanie. Fotografía: Tristan Galand. Productoras: Unité de production, Canal+, Ciné+, CNC.


Un joven que pedalea por las calles de París, mientras reparte comidas. Souleymane parece vivir en una repetición constante de su día a día. Pronto va a tener una entrevista para poder solicitar el asilo y obtener los ansiados documentos que le permitan ser un ciudadano de primera, no un sin papeles obligado a buscarse la vida de cualquier manera. Sin embargo, Souleymane aún no está preparado.

El director, Boris Lojkine, ya trató el tema del sueño europeo en Hope, de 2014. De cómo los africanos ansían llegar a Europa, una especie de tierra prometida, que no se corresponde para nada con sus expectativas. La realidad es que el sistema juega siempre en su contra. En esta ocasión, con el sueño de su protagonista, Souleymane, nos presenta a un personaje que vive a contrarreloj, en continua búsqueda de su camino, sobreviviendo, inventándose en cada movimiento. Desposeído, además, de la posibilidad de disponer, no solo de un espacio, también de un tiempo propio, en una sociedad que lo utiliza o lo explota, pero que le arrebata todo, y le niega su identidad y dignidad. El film presenta un modelo francés, entendido como la forma de utilizar el cine para generar debate sobre cómo el Estado debería ser garantizador del bienestar del ciudadano, independientemente de su nacionalidad de origen. Y, sobre todo, de provocar en el espectador una respuesta, una forma de activismo sobre lo que el cine nos plantea.

El séptimo arte, como germen social para el cambio de nuestra sociedad, no los partidos políticos o las ideologías. Esta historia, compleja pero previsible en los acontecimientos, es posible que se haya utilizado anteriormente, pero sin haberse abarcado todos los aspectos. Y esta producción halla recovecos no usados antes, matices que aportan mucho más y logran que el drama personal de Souleymane sea más interesante de lo que pudiera parecer. Sobre todo, el gran valor de esta denuncia fílmica, recae en su actor protagonista, Abou Sangare, sin experiencia previa como actor profesional, pero que aporta autenticidad al relato. Consigue conmocionarnos y que lo que contemplemos en pantalla sea creíble.

Todo ello rodado con cierta furia, con secuencias y planos que golpean al espectador. Una de las grandes interpretaciones del pasado año, y uno de los mejores filmes europeos, con más de medio millón de espectadores, que han comprendido el mensaje de su director. Una gran narración, que esperemos pueda llegar pronto a nuestras plataformas de cine, dado que se ha estrenado en muy pocas salas de proyección.

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