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El administrador apostólico, Vicente Jiménez, presidió la misa de acción de gracias en San Ginés, llena de fieles

Misa de despedida a la comunidad de monjas benedictinas en la iglesia de San Ginés. AYUNTAMIENTO DE JACA

Jaca vivió este domingo, 27 de abril, una jornada cargada de emoción y gratitud con motivo de la misa de despedida de las Madres Benedictinas, que abandonan la ciudad tras más de cinco siglos de presencia ininterrumpida. La celebración comunitaria de la eucaristía, en acción de gracias por su servicio, tuvo lugar al mediodía en la iglesia de San Ginés, dentro del monasterio, y fue presidida por el administrador apostólico de la diócesis de Jaca, Vicente Jiménez Zamora.

La iglesia del Monasterio de las Benedictinas se quedó pequeña para acoger al numeroso público que quiso acompañarlas en este adiós, entre ellos el abad del monasterio de Leyre, Juan Manuel Apesteguía; el vicario general de la diócesis, Fernando Jarne; sacerdotes de todas las parroquias de Jaca; el alcalde, Carlos Serrano, y miembros de la corporación municipal.

“Hoy es un día doblemente triste, por el funeral del Papa Francisco y porque despedimos más de cinco siglos de historia, de acompañamiento, de convivencia y de recuerdos”, señaló el alcalde en su intervención. En nombre de toda la ciudad, entregó a la madre abadesa una talla de santa Orosia realizada por el artista jaqués Pedro Larraz como símbolo del cariño y el reconocimiento de Jaca hacia la comunidad benedictina.

Visiblemente emocionada, la madre Teresa expresó su gratitud. “En esta tierra nos hemos sentido queridas. Aquí hemos encontrado una familia, hermanos y hermanas que nos han hecho sentir que no estábamos solas y que éramos parte viva de esta ciudad”, dijo.

Aunque su marcha supone el fin de una era, tanto el Ayuntamiento como la propia comunidad han subrayado que no se trata de un adiós definitivo. “Haremos todos los esfuerzos para que este legado no se pierda”, prometió el alcalde, en referencia tanto al convento como al valioso patrimonio que alberga, entre el que destaca el sarcófago románico de doña Sancha.

Las benedictinas parten ahora hacia Alba de Tormes (Salamanca), en una decisión motivada por la avanzada edad y los problemas de salud de sus integrantes. En una carta abierta, aseguraban haber vivido este cambio con “discernimiento y serenidad”, conscientes de la necesidad de revitalizar su vida monástica.

Desde su llegada en 1555 procedentes de Santa Cruz de la Serós, las benedictinas han dejado una profunda huella en Jaca, no solo en el ámbito espiritual, sino también en el educativo, cultural y social. Su legado fue reconocido oficialmente en 2014, cuando el Ayuntamiento les concedió el Sueldo Jaqués, la máxima distinción municipal.

“Cada Primer Viernes de Mayo seguiremos cantando el himno, como tantas veces lo hicimos en nuestra casa”, recordaron las religiosas en su mensaje de despedida, comprometiéndose a mantener vivo su vínculo espiritual con Jaca, “a la sombra del Monte Oroel”.

Varios momentos de la misa y del acto de despedida de las monjas benedictinas. AYUNTAMIENTO DE JACA
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