
Pinturas del ábside de Latre que han sido objeto de polémica durante estos últimos días. LAURA ZAMBORAÍN
Hoy, 10 de enero, al teclear en Google la palabra “Latre” aparecen varias pantallas dándonos detalles de este pequeño pueblo, como consecuencia de una, al parecer mala, decoración de su lonja de entrada añadida posiblemente en los siglos XVI-XVII a su fábrica inicial románica del siglo XII. Aunque ya se conocía desde hace varios meses por los vecinos y por la diócesis, que es su propietaria, no ha sido motivo de noticia, y de escándalo, hasta que una profesora de la universidad ha denunciado a través de una carta la actuación en general pero especialmente el hecho de que el promotor de las pinturas aparezca retratado como san Matías.
El que suscribe esta reflexión ha sentido envidia de la iglesia de Latre y mediante este escrito quiere poner en comparación con este caso lo que sí es un verdadero atentado contra el patrimonio cultural: la situación en la que se encuentran algunas iglesias en el municipio de Jaca. Si las denominadas iglesias de Serrablo son, con merecimiento, valoradas y protegidas como bienes de interés cultural y se encuentran todas ellas restauradas y consolidadas, supongo que lo serán por sus características arquitectónicas y su antigüedad y no por las coordenadas geográficas en las que están construidas. En el municipio de Jaca, tenemos dos de sus mismas cualidades y antigüedad: la de Lerés está techada con uralita y la del despoblado de Larrosa, en la Garcipollera, que está desapareciendo sin que las distintas administraciones de las que depende su protección, aun siendo sabedoras de su estado, actúen al menos consolidando los restos para evitar su pérdida cuando está a punto de cumplir los mil años desde su construcción.
Exterior de la iglesia de Larrosa, que se encuentra en avanzado estado de ruina, en una imagen del pasado mes de septiembre. EL PIRINEO ARAGONÉS
Con el antecedente del “Ecce homo” de Borja, los medios de comunicación se han hecho intenso eco sobre el despropósito del retrato de Latre y seguro que ya han empezado a acudir curiosos a hacerse selfis con él. Por favor suban hasta Larrosa, admiren su precioso ábside y luego mediten si esto puede pasar ante la indiferencia de todos y el desinterés de las instituciones. También podríamos añadir la iglesia de Aruej, en Villanúa, junto al Camino de Santiago, invadida por las zarzas. Si en la carta en la que se denuncia este atentado a la cultura se habla del “valor incalculable” de la iglesia de Latre, me pregunto cómo deberíamos calificar el valor de la iglesia de Larrosa, más antigua y catalogada.
Estoy totalmente de acuerdo con lo que se manifiesta en dicha carta sobre “la falta de conciencia pública y de políticas claras para la protección del patrimonio cultural” y sobre el “fallo en nuestra capacidad de proteger y valorar nuestros monumentos históricos”.
Por cierto, en una de las arquivoltas de la catedral de Salamanca aparecen esculpidos un astronauta y un dragón comiéndose un cucurucho de helado, para que quede claro que se trata de una restauración.