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“Las grandes tecnológicas están redefiniendo la relación entre tecnología y poder. Las grandes empresas ya no solo lideran la innovación, ahora superan a muchos gobiernos en áreas clave como la planificación energética, marcando un profundo cambio en la estructura de poder global”

El procesamiento de datos consume una gran cantidad de energía.

El reciente anuncio de Google para construir siete mini reactores nucleares marca un punto de inflexión en la relación entre empresas y sociedad. Este movimiento no solo busca garantizar el suministro eléctrico actual, sino que apunta directamente a un futuro en el que la demanda energética de la IA (inteligencia artificial) superará cualquier cosa que hayamos visto hasta ahora. Si hasta el momento los gigantes tecnológicos apostaban por energías renovables, ahora Google (Microsoft y Amazon han realizado movimientos similares) recurre a la construcción de reactores diseñados específicamente para garantizar sus necesidades energéticas.

El avance de la IA depende de sistemas que procesan y analizan enormes cantidades de datos, lo que implica una gran demanda energética. Los actuales centros de datos, que ya consumen más energía que muchos países pequeños, no serán suficientes para soportar el peso de los nuevos modelos en desarrollo.

La elección de la energía nuclear no es casual. Ofrece una estabilidad que ni la solar ni la eólica pueden garantizar, además de ser una alternativa libre de emisiones de carbono, algo clave en el contexto actual de lucha contra el cambio climático. Es una decisión pragmática para sostener una infraestructura que no puede permitirse interrupciones, al tiempo que refleja la monumental escala de lo que estas empresas tienen entre manos.

Es importante recordar que la IA que hoy consideramos “normal” parecía ciencia ficción hace apenas cinco años. Nadie imaginaba entonces que los sistemas de lenguaje, los algoritmos de predicción o los modelos generativos que hoy usamos con naturalidad podrían alcanzar tal nivel de sofisticación en tan poco tiempo. Si el ritmo de desarrollo se mantiene —y todo indica que así será—, lo que veremos en la próxima década redefinirá por completo nuestra forma de vida.

Este acuerdo de Google debería hacernos reflexionar. Si los gigantes tecnológicos están apostando por construir su propia infraestructura energética, significa que ya tienen claro lo que necesitarán y cómo lo van a utilizar. Planificación estratégica para una revolución que apenas comenzamos a entender.

Este movimiento también pone de manifiesto un cambio profundo sobre cómo las grandes tecnológicas no solo están liderando la innovación, sino que están superando a muchos países en áreas tan básicas como la planificación energética. Mientras algunos estados luchan por mantener su red eléctrica, estas empresas ya están diseñando y construyendo sus propias soluciones energéticas a medida, asegurando su autonomía y marcando un desequilibrio que cada vez será más evidente.

Lo que antes era dominio exclusivo de los gobiernos ahora está en manos de corporaciones con más recursos, mejor planificación y objetivos a largo plazo. Esto no solo redefine el papel de estas empresas en la economía global, sino que también plantea una cuestión crucial: ¿hasta qué punto sus decisiones van a influir en aspectos fundamentales de nuestras sociedades?

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