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“La inversión en conservación y protección del paisaje alpino ha demostrado ser más beneficiosa económicamente y más sostenible para el medio ambiente que un modelo de desarrollo turístico rápido y masivo que explota los recursos naturales hasta agotarlos y altera significativamente la identidad local”

Plantas destacadas del entorno de Canal Roya (de izquierda a derecha y de arriba a abajo): prímula de los Pirineos (Androsace laggeri), trébol de agua (Menyanthes trifoliata), espiga de agua (Potamogeton schweinfurthii), corona de rey (Saxifraga longifolia). VÍCTOR EZQUERRA

Este es un artículo de opinión que se engloba dentro de una serie de apuestas por el territorio. Con su difusión, Asamblea Canal Roya pretende mostrar otras alternativas de desarrollo para estos valles. Más allá del turismo masivo: hacia un modelo de desarrollo sostenible y equilibrado en los Pirineos


Cualquier debate sobre un modelo de desarrollo en un territorio empieza con dos simples preguntas: ¿dónde estamos? y ¿a dónde nos gustaría llegar? En nuestro contexto actual de montaña europea, con la tendencia de innivación decreciente a largo plazo, en consonancia con las proyecciones climáticas que sugieren un aumento de las temperaturas y cambios en los patrones de precipitación en los Pirineos (OPCC, Observatorio Pirenaico del Cambio Climático), la proyección de unos Pirineos centrados en la nieve con un sistema de desarrollo económico poco diversificado no es alentador para ningún habitante de la región. Pero, ¿cuáles son las opciones? Desde el gobierno autonómico realmente solo nos han presentado una, la centrada en el turismo de masas para urbanitas que utilizan los Pirineos como lugar de ocio intensivo. Esta opción centra el desarrollo en la presencia de una nieve cada vez menos frecuente, y donde muy indirectamente los habitantes de la región se ven “favorecidos” con trabajos temporales poco cualificados y escasamente remunerados. Sin embargo, no solo del turismo de nieve y ocio se puede vivir en la montaña. Precisamente, los Alpes son también un buen ejemplo donde otras actividades económicas han sido muy positivas para el desarrollo local y la conservación del medio natural. Por ejemplo, la iniciativa de “Aldeas de Montaña” (Bergsteigerdörfer) en la región del Tirol (Austria) es un caso emblemático. Este proyecto se centra en el turismo sostenible y responsable preservando el carácter natural y cultural de las aldeas alpinas, promoviendo prácticas que no sobrecarguen el medio ambiente y manteniendo los valores culturales del entorno local de la montaña. Las “Aldeas de Montaña” ofrecen actividades como senderismo, escalada y esquí de travesía, pero con un enfoque en la sostenibilidad y minimizando el impacto en el entorno natural (Österreichischer Alpenverein, 2021). La iniciativa está, desde su inicio, alineada con el uso tradicional de la ganadería de montaña, lo cual permite a las comunidades locales continuar con sus prácticas agroganaderas sostenibles, manteniendo el equilibrio ecológico y cultural del área. El resultado ha sido un aumento en el turismo de calidad que valora la experiencia natural y cultural por encima del turismo masivo. Esto ha llevado a una mayor prosperidad económica a largo plazo para las comunidades locales, que se benefician de un flujo constante de visitantes durante todo el año y no solo en temporadas concretas. La inversión en conservación y protección del paisaje alpino ha demostrado ser más beneficiosa económicamente y más sostenible para el medio ambiente que un modelo de desarrollo turístico rápido y masivo que explota los recursos naturales hasta agotarlos y altera significativamente la identidad local (Mountain Wilderness, 2018).

Estos ejemplos de actividades económicas alternativas al turismo de masas (y otros como las actividades forestales y la caza y pesca controlada) son perfectamente compatibles con la declaración del Parque Natural Anayet-Partacua. La clave está en implementar una gestión flexible que reconozca y valore el papel de los agentes intervinientes en la conservación del paisaje cultural y natural del parque. El futuro Parque Natural conectará los valles de Canfranc y Tena mediante los valles de Canal Roya, Izas e Ip a través del macizo de Anayet, cuenca del río Escarra y praderíos de Lana Mayor, extendiéndose hasta la Sierra Partacua, cabecera del río Aurín y parte de Sobremonte. Este espacio comprende un total de 23.569 ha con altitudes entre 1.270 – 2.574 m.s.n.m, “incluyendo un conjunto de sistemas ecológicos de elevada riqueza en biodiversidad, singularidad y representatividad” que pertenecen a los municipios de Canfranc, Villanúa, Sabiñánigo, Biescas y Sallent de Gállego. En particular, el Decreto para la aprobación del Plan de Ordenación de los Recursos Naturales (PORN) destaca el singular valor de este espacio por tratarse de “un paisaje de alta montaña modelada por glaciarismo, con crestas, ibones, circos, valles en U, morrenas, valles colgados y cascadas, así como la presencia singular del pitón volcánico de Anayet, a cuyos pies aparece un sistema de ibones y turberas único en Aragón por sus características”. Destacan igualmente entre las formaciones kársticas las dolinas, poljés, simas y cuevas, así como manantiales kársticos que alimentan pequeños cursos de agua subterráneos y superficiales. Este espacio recoge cuatro hábitats prioritarios y numerosas especies amenazadas catalogadas en Aragón, como el quebrantahuesos (Gypaetus barbatus), el urogallo (Tetrao urogallus), el tritón pirenaico (Calotriton asper) y el desmán pirenaico (Galemys pyrenaicus), así como una composición botánica única donde se encuentran los límites de distribución de especies del Pirineo oriental y occidental, con plantas endémicas como la corona de rey (Saxifraga longifolia), vulnerables como la prímula de los Pirineos (Androsace laggeri), o plantas muy raras en el Pirineo pero presentes en los humedales de Canal Roya, como la espiga de agua (Potamogeton schweinfurthii) y el trébol de agua (Menyanthes trifoliata).

Paisaje “Aldeas de Montaña” © Hannes Schlosser

En este contexto, ¿por qué deberíamos proteger el territorio del Parque Natural de Anayet-Partacua?

El valor de un espacio natural no se limita a su capacidad de salvaguardar el paisaje, sus actividades tradicionales y la biodiversidad, más allá de la conservación, el vivir cerca de un espacio natural beneficia tanto de manera directa como indirecta a toda la sociedad. Por una parte, como habitantes del territorio nos permite disponer de un espacio único para disfrutar de la naturaleza, pasear o hacer deporte en compañía o en soledad, y así poder desconectar del estrés cotidiano y reconectar con nosotras mismas y nuestro entorno. Por otra parte, el uso sostenible de este espacio mediante el pastoreo extensivo, la gestión forestal sostenible, la gastronomía local o el ecoturismo permite compatibilizar las actividades económicas con el funcionamiento óptimo de los ecosistemas, contribuyendo a la captación de carbono, la regulación de los ciclos hidrológicos y de nutrientes y la prevención de riesgos naturales, como aludes y escorrentías, entre otros muchos “servicios” o beneficios que nos aportan los ecosistemas de manera gratuita.

Como ejemplo de las importantes repercusiones de la creación de espacios naturales protegidos, y a fin de dar argumentos también en el ámbito directamente económico, podemos ver los resultados de la encuesta de ocupación en alojamientos de turismo rural del Instituto Nacional de Estadística (INE) en otros Parques Naturales (PN) próximos. En el PN Posets-Maladeta (33.440 hectáreas), se recibieron 4.475 visitantes en 2022 con una estancia media de 3,15 días y un total de 14.000 pernoctas. Por su parte, el PN Sierra y Cañones de Guara (47.453 hectáreas), recibió 3.382 con una estancia de 2,81 días y un total de 73.030 pernoctas. Basado en estos datos podemos esperar una repercusión similar del PN Anayet-Partacua. Es más, un estudio reciente firmado por más de 120 investigadores y economistas de todo el mundo reveló que las áreas protegidas revierten 10 veces más beneficios económicos que la inversión realizada, y que invertir en la protección del 30% del territorio en 2030 para cumplir los acuerdos internacionales es altamente rentable en el corto y largo plazo (Waldron et al. 2020). Estos beneficios se derivan tanto del uso turístico como de los servicios indirectos que nos aporta la naturaleza y sus actividades tradicionales que mantienen el paisaje; por ejemplo, regeneración de la fertilidad del suelo, depuración del agua y del aire, regulación de la temperatura, reducción del riesgo de avalanchas y prevención de la erosión del suelo.

Las repercusiones económicas de visitar un espacio natural protegido no se limitan al turismo directo, sino que inciden directamente en la salud de las personas que los visitan, reduciendo en miles de euros los gastos de la sanidad pública. Parece increíble pero cada vez hay más estudios que demuestran el papel beneficioso del contacto con la naturaleza tanto en la salud física (mejora del sistema cardiopulmonar) como en la salud mental de las personas (reduce la prescripción de antidepresivos y las bajas laborales). Por ejemplo, un estudio cuantificó que de 1 a 5 visitas al año suponen un incremento significativo en el índice de bienestar personal, lo cual revierte económicamente en la sociedad 10 veces más que los ingresos propios del turismo de estos espacios protegidos (Buckley et al. 2019).

Además, habitar en torno a un Parque Natural también aporta otros beneficios a los habitantes locales y visitantes difícilmente cuantificables en términos económicos. Hablamos, por ejemplo, de la posibilidad de vivir de y en un paisaje equilibrado, pero también de vivir en un lugar sabiendo que no “te lo van a tocar”, que va a estar protegido de la explotación y la especulación para el disfrute propio y de las generaciones venideras. Hablamos también de tener al lado una vía de escape, un lugar donde poder apartarte por un rato del estrés y la presión del día a día, sin tener que cogerte vacaciones para viajar a un lugar exótico. Hablamos, pues, de salud mental y bienestar psicológico, pero también de salud física y bienestar social. Tener a mano un entorno natural protegido puede aportarnos un espontáneo plan de ocio al aire libre sin complicaciones.

Por último, es importante reflexionar sobre quiénes se benefician de los diferentes modelos de desarrollo: ¿se reparte este beneficio entre diferentes sectores de la sociedad o por el contrario se concentra el beneficio en unas pocas manos de un mismo grupo social? ¿Contribuye este modelo de desarrollo a fijar población rural de manera estable o solo aporta trabajo temporal y precario? ¿Es este modelo compatible con la conservación de la naturaleza y la resiliencia del paisaje, permitiendo prácticas tradicionales como el pastoreo, o actúa como un sistema extractivo que pone en riesgo su equilibrio y sostenibilidad? Teniendo en cuenta estos datos, es más que evidente que hay alternativas más baratas, sostenibles y con mayores repercusiones socioeconómicas al conjunto de la sociedad que el turismo de ocio masivo. La sociedad pirenaica de Ansó a Benasque no deja de clamar por otro modelo de desarrollo. Está en nuestras manos abrir los ojos y no dejarnos vender. ¡Hay alternativas!

GUILLERMO BUENO y MARÍA FELIPE LUCIA

Referencias

Buckley, R., Brough, P., Hague, L., Chauvenet, A., Fleming, C., Roche, E., Sofija, E., & Harris, N. (2019). Economic value of protected areas via visitor mental health. Nature Communications, 10(1), 1-10. https://doi.org/10.1038/s41467-019-12631-6 https://www.nature.com/articles/s41467-019-12631-6

Mountain Wilderness (2018). Sustainable Tourism in the Alps: A Case Study. Recuperado de [https://www.mountainwilderness.org]

Österreichischer Alpenverein (2021). Bergsteigerdörfer. Recuperado de [https://www.bergsteigerdoerfer.org]

Waldron, A., Adams, V., Allan, J., Arnell, A., Asner, G., Atkinson, S., … & Zhang, Y. (2020). Protecting 30% of the planet for nature: costs, benefits and economic implications. Campaign for Nature. [https://www.conservation.cam.ac.uk/files/waldron_report_30_by_30_publish.pdf]

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