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“El consumo constante de noticias negativas impacta profundamente en nuestro estado emocional. Un hábito amplificado por los algoritmos que busca mantener nuestra atención, distorsionando nuestra percepción de la realidad”

El hábito de consumir noticias negativas nos sumerge en un ciclo constante de alarma y sobrecarga emocional.

De un tiempo a esta parte, el término doomscrolling ha ganado popularidad para describir el hábito de desplazarse interminablemente por noticias y contenido negativo en nuestros dispositivos. Este consumo constante de noticias alarmantes y desalentadoras tiene un impacto emocional que va mucho más allá de la simple lectura. Este fenómeno, potenciado por el diseño de plataformas y algoritmos, nos deja atrapados en un ciclo que puede afectar seriamente nuestro estado de ánimo, nuestra salud mental y la forma en que percibimos el mundo que nos rodea.

En un contexto de incertidumbre global, como una pandemia o crisis climática, las noticias negativas se convierten en las protagonistas de nuestros feeds. Las plataformas están diseñadas para capturar y mantener nuestra atención, y, lamentablemente, lo negativo tiende a ser mucho más efectivo. La naturaleza humana nos predispone a dar prioridad a lo que puede ser una amenaza, y esto se convierte en un blanco perfecto para unos algoritmos entrenados para priorizar los temas que más interacción generan. El resultado es un ciclo vicioso de noticias alarmantes que, a pesar de afectarnos negativamente, nos resulta difícil abandonar.

Según el informe Stress in America de la American Psychological Association (APA), el consumo constante de noticias negativas, especialmente en redes, está relacionado con el aumento de sentimientos de desesperanza y fatiga emocional. En la encuesta, el 56% de los estadounidenses afirmó que ver noticias les genera estrés, especialmente en tiempos de crisis global. Una dinámica que nos mantiene atrapados, agravando la ansiedad y generando una visión negativa del mundo.

El doomscrolling nos da la falsa sensación de estar “informados”. Sentimos que, al estar al tanto de todo lo que ocurre, estamos controlando la situación. Sin embargo, este hábito termina generando más ansiedad que control, ya que no es la cantidad de información lo que nos brinda tranquilidad, sino la calidad y el contexto de la misma. Consumir noticias sin pausa para procesarlas puede hacer que nos sintamos abrumados y que tengamos una visión negativa y distorsionada de la realidad.

Este ciclo tiene un impacto claro en nuestra salud mental. El exceso de contenido negativo en nuestras pantallas se relaciona con el aumento de síntomas de ansiedad, estrés y desesperanza. La mente, al exponerse repetidamente a estímulos negativos, termina internalizando estas percepciones, generando la sensación de amenaza constante. Estudios como News Fatigue de la Universidad de Texas han demostrado que el doomscrolling afecta nuestro bienestar, reduciendo la capacidad de disfrutar del presente y afectando nuestra percepción del mundo.

La tecnología y la información son herramientas poderosas, pero deben usarse con moderación, y el acceso ilimitado a las noticias no siempre es beneficioso. Es nuestra responsabilidad recuperar el control de nuestro consumo informativo para mantener una visión más equilibrada de la realidad.

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