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Tres jubiladas suecas visitaron Jaca y participaron en un proyecto femenino de intercambio, aprendizaje y conexiones con mujeres de la localidad

Las mujeres participantes en el intercambio en la visita a la iglesia de Santa María de Iguácel, en una imagen facilitada por ellas mismas.

La ruta de las grullas es un proyecto femenino que une a España y Suecia en un viaje de aprendizaje y conexiones. “Es un esfuerzo por trascender fronteras y conectar culturas”, explica la jaquesa Inés Ponce, afincada en aquel país nórdico y artífice de esta “aventura” en la que participan ocho mujeres, cuatro suecas y cuatro españolas. El proyecto está inspirado en la fascinante migración de las grullas y “busca crear un puente entre dos comunidades distantes, lleno de experiencias enriquecedoras y contrastes que fortalezcan los lazos entre mujeres de diferentes contextos”, precisa.

Siguiendo el vuelo de las grullas, en junio partieron a la región de Småland, en el sur de Suecia, las cuatro mujeres españolas, que se alojaron durante una semana, del 9 al 14, en casas de otras cuatro mujeres suecas. Aquella primera experiencia de inmersión en la cultura y la sociedad del país, ha tenido su continuidad del 15 al 21 de septiembre, con la devolución de la visita a Jaca, completando, así, la migraciónque proponía el proyecto. En esta ocasión, participaron tres mujeres suecas: Kerstin Suhön Jonsson, Marianne Tranell y Gunilla Persson, que se alojaron en las casas de M.ª Pilar Bonet, Carmen Bello y Nieves Orosa. Las otras dos integrantes (Ángela y Barbro) no pudieron estar esta vez por motivos personales, al igual que Inés Ponce, la promotora de La ruta de las grullas.

Durante su estancia en Jaca, además de realizar una inmersión en la vida cotidiana de las familias jaquesas, completaron un amplio programa de actividades que las llevó a recorrer un tramo del Camino de Santiago, visitar la estación internacional de Canfranc, caminar por el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido y el ibón de Piedrafita, y disfrutar de la belleza del patrimonio local: la Catedral de Jaca y la ermita de Santa María de Iguácel, entre otros lugares de interés. La estancia culminó con un viaje a la capital aragonesa que incluía la visita al palacio de la Aljafería, el Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, el Museo Pablo Gargallo y el Tubo. El intercambio tenía también una vertiente social, que posibilitó encuentros con los directores de la Escuela de Adultos y El Pirineo Aragonés, y una visita a las oficinas de Cruz Roja Jacetania, donde conocieron los programas de integración de inmigrantes que se imparten en sus instalaciones.

La experiencia resultó “fantástica”, reconoció Gunila Persson, que trabajó como administrativa de una empresa de transporte internacional y a la que le apasionan los idiomas. De hecho, aprendió el español en su época de estudiante, en los años 70. Es el caso contrario de Kerstin Suhön, cuya carrera profesional estuvo vinculada a los servicios sociales, que decidió conocer la lengua española una vez jubilada, motivada por su deseo de aprender un nuevo idioma. Para Marianne Tranell, que regentó una antigua farmacia –fundada en 1864–, el aprendizaje de nuestra lengua le ha permitido conectar con la cultura española e interesarse por el patrimonio cultural.

Todas ellas proceden de la región de Småland y viven en localidades distintas, pero separadas entre sí por apenas 20 km. Las tres habían estado anteriormente en España –varias veces en Jaca–, por lo que ya estaban familiarizadas con el territorio, aunque no habían podido compartir una experiencia vital como la de ahora, acogidas por mujeres de la localidad, que las ha llevado a interesarse y comprender mejor las rutinas diarias de una ciudad como Jaca.

Como ellas mismas explicaron, a través de este tipo de convivencias, se descubren hábitos específicos que pueden no ser obvios para un visitante ocasional, como las formas de cocinar, la disposición del hogar, la importancia de ciertos rituales: quitarse los zapatos al entrar en casa, comer a determinadas horas, etc.

Estar en contacto con las mujeres españolas y compartir espacio y tiempo a jornada completa, les ha ofrecido una visión más cercana y realista sobre cómo funcionan las estructuras sociales, el sistema educativo, los servicios de salud y la organización comunitaria en un país como España.

Las mujeres recordaron que la participación activa, a través de conversaciones informales, ha hecho posible compartir experiencias personales y profesionales, proporcionando una perspectiva que no se puede obtener a través de un guía turístico o durante una visita ocasional.

Kerstin, Marianne y Gunilla ya tenían una idea previa de cómo era España, pero gracias al proyecto La ruta de las grullas, han establecido vínculos personales con mujeres españolas de edades similares y que comparten inquietudes afines. Con los intercambios en Småland y Jaca, han adquirido una comprensión más profunda y emocional de la cultura sueca y española, respectivamente, reconocieron durante la entrevista. De hecho, al integrarse en el día a día de la otra cultura, han adquirido una nueva visión del propio país y de ellas mismas, y han reflexionado sobre los valores, normas y costumbres que se dan por sentado en su propia cultura, y cómo estos difieren de los de otros lugares.

Los objetivos del proyecto La ruta de las grullas son, precisamente esos: fomentar el intercambio cultural, facilitando el diálogo intercultural entre mujeres de ambas regiones, impulsando el respeto y la apreciación de las tradiciones y experiencias de cada comunidad; explorar la naturaleza y los contrastes entre paisajes; mostrar la realidad de los movimientos migratorios, dando a conocer las diversas razones que motivan a las personas a migrar, favoreciendo el entendimiento de desafíos que enfrentan a los migrantes; crear vínculos duraderos, generando relaciones sólidas entre las participantes en el proyecto, y realzar el empoderamiento femenino, brindando un espacio para el intercambio de habilidades entre mujeres, fortaleciendo su papel en ambos contextos y promoviendo la igualdad de género.

Una reflexión común entre las participantes es que, a pesar de las diferencias culturales, las preocupaciones son similares en ambos países, al referirse a temas como la igualdad salarial y los derechos de la mujer, cuestiones que, aunque avanzadas en Suecia y España, no lo están tanto en otras partes del mundo.

El éxito de los intercambios ha sido tal que ya se plantean futuras reuniones fuera de sus regiones, quizás en Estocolmo o incluso en otro país. A pesar de las diferencias idiomáticas, todas coinciden en que la experiencia ha sido profundamente enriquecedora. Con gratitud reiterada hacia Inés Ponce, que hizo posible estos encuentros, las integrantes de esta experiencia cultural y humana, celebran no solo lo que han aprendido, sino también las amistades que han forjado y que, seguramente, mantendrán de por vida.

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