El equipo de la Peña Charumba obtuvo el trofeo de campeones al que concurrían los ganadores de las últimas diez ediciones
El equipo de la Peña Charumba junto al chef canfranqués Eduardo Salanova, que formó parte del jurado, en una imagen facilitada por la peña jaquesa.
Jaca volvió a triunfar en la fiesta de la garbure de Olorón Santa María, en la que se elabora la tradicional sopa bearnesa, que este año alcanzó su trigésima edición. Por ese motivo, la Cofradía de la Garbure, que organiza y promueve el campeonato del mundo de esta especialidad, estableció en esta ocasión dos trofeos: la Olla de la Garbure, que el ganador conserva en su poder hasta la próxima edición y se concede anualmente, y un nuevo galardón para la mejor elaboración de la última década, a la que podían concurrir los vencedores del campeonato del mundo de las diez ediciones precedentes.
Jaca, que ya ganó la olla en 2019, siendo la primera ocasión en la historia del certamen en la que vencía un equipo de fuera de Francia, se alzó con este trofeo a la mejor garbure de la última década, y lo hizo con el mismo equipo que se impuso hace cinco años y que fue segundo en 2018. Esta vez, lo hizo bajo el paraguas de la Peña Charumba (anteriormente fue representando al Ayuntamiento de Jaca y ACOMSEJA).
La Peña Charumba participó con dos ollas, una para competir en el campeonato anual y otra al trofeo de campeones, al que también concurrían otros cuatro equipos: Biarn Toustem, Les Amis du Camgran, Amicale des Pompier d’Oloron y Les Jinettes du Baretous. El premio del jurado, del que formaban parte el chef canfranqués Eduardo Salanova, Estrella Michelín con el restaurante Canfranc Express ubicado en el Royal Hideaway Hotel de Canfranc Estación, y el chef francés Sébastien Durand, discipule escouttier, fue para la Peña Charumba con el equipo integrado por los cocineros Alberto Sánchez (Gastrobar El Perdido) y Joaquín Moreno (El Molino de Larués), que contaron con el apoyo de Santiago Tomás, Carlos Rabal, Domingo Mendizábal, Juan Fernández, María Noguerol, Bea Rocamora, Javier Piedrafita, Gonzalo Martín, Jorge Grafiella y Ángel Serrano.
La delegación jaquesa también ofreció un vermú para el público asistente al concurso oloronés, a base de migas, jamón y la Olla Jacetana, con el objetivo de promocionar la gastronomía local en la vecina ciudad hermana.
El equipo de la Peña Charumba contó con la colaboración de varias firmas patrocinadoras: Comarca de la Jacetania, Maderas Alto Aragón, Restaurante Candanchú, Panadería Sayón, Carnicería Ubieto, Restaurante El Molino de Larués, Gastrobar El Perdido y Foto Barrio.
Los cocineros Joaquín Moreno y Alberto Sánchez con el trofeo de campeones de la última década (imagen superior), y dos instantáneas de la jornada vivida el sábado en Olorón. PEÑA CHARUMBA
La garbure, una tradición milenaria
Como lo atestigua el tímpano de la Catedral de Santa María, los vecinos de Olorón han elaborado la garburedesde la Edad Media, o incluso antes. En la tradición culinaria campesina, prevalece en muchos países, especialmente en el campo francés, donde la sopa ocupa un lugar central. La garbure bearnesa, con sus verduras de temporada y sus carnes confitadas o secas, encarna perfectamente esta tradición. Profundamente arraigada en la cultura local, es la piedra angular de la gastronomía del Alto Béarn.
Originariamente, cada temporada inspiraba una variante diferente de garbure, ya que se elaboraba con verduras frescas de la época. Los ingredientes básicos como las patatas, el repollo, las alubias y los puerros se enriquecen con verduras de temporada, cuya frescura es primordial. Una dosis precisa de ajo, sal, pimienta y la adición indispensable del lou camot (jarrete de jamón seco) son esenciales para una garbureexitosa.
Esta sopa posee su secreto, escondido en el saber hacer ancestral de su preparación: la mezcla justa de verduras, la técnica para saltearlas antes de incorporarlas y la paciencia de dejar que se cocine a fuego lento hasta que quede perfectamente sabrosa. Su presentación a los comensales es siempre un placer, ya que este plato con denominación de origen representa tanto un arte de vivir ancestral como una celebración de la convivencia y la fiesta.
La garbure es una sopa espesa y popular que tiene sus raíces en el piedemonte pirenaico, principalmente en el Béarn y la Bigorra. La palabra “garbure”, tomada del gascón “garbura”, evoca la noción de “gavilla”, recordando así la generosa combinación de verduras verdes y frescas, enriquecida con carnes secas o confitadas. En el dialecto bearnés “garburatge” designa precisamente esta mezcla de verduras. El origen de este plato está así profundamente arraigado en la tradición de la región.
Históricamente, la garbure, como muchos platos rurales, ha evolucionado considerablemente en su función alimenticia. Antiguamente, constituía el plato principal de las granjas bearnesas. Las comidas principales no se tomaban al mediodía, sino por la mañana, después de cuidar el ganado. En este contexto, el día era largo y exigente, comenzando al amanecer y terminando al anochecer. La garbure se consumía por la mañana, al mediodía y por la noche, acompañada de pan remojado y “arréborida”, es decir, llevada a ebullición para suavizar sus sabores, antes de ser servida. Puede imaginarse cocinándose lentamente en la chimenea o en la estufa de leña, en el corazón de las casas bearnesas.