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“Viviendas que podían ser arrendadas por residentes fijos en Jaca quedan fuera de la oferta tradicional, sencillamente porque el nuevo modo es más rentable”

Aspecto de la confluencia de las calles Bellido y Zocotín en la tarde de este último sábado 27 de julio. EL PIRINEO ARAGONÉS

Jaca, como muchas otras ciudades turísticas, tiene un serio problema de vivienda. La oferta de alquiler para los residentes fijos es estrecha y los precios son más altos que en municipios comparables por tamaño, pero que carecen del empuje del turismo. Como resultado, asistimos a las dificultades crecientes de trabajadores jóvenes para alcanzar un domicilio que les dé una estabilidad habitacional dentro de sus posibilidades económicas. Se produce aquí una contradicción entre el indudable éxito de la oferta turística y la cruda realidad de los residentes para acceder con contratos estables a pisos cuyos costes sean acordes a los salarios. En este artículo intentaremos dar algunas claves sobre este fenómeno.

Nuestra localidad tiene 13.970 habitantes, según el último padrón, de 22 de enero de este año. La ciudad cuenta con 16.569 viviendas, cifra aparentemente holgada para el volumen de población. Pero se da la circunstancia de que solo 5.540 de esos pisos están ocupados por personas fijas en la ciudad. El resto son viviendas de segunda residencia. Eso quiere decir que en Jaca conviven dos mercados inmobiliarios paralelos: el de la vivienda fija y el de la segunda residencia. El primero es muy pequeño, mientras que el segundo, mayor, es muy sensible a los ciclos económicos, de manera que en momentos de bonanza se dispara la demanda, para moderarse o incluso caer en picado en épocas de crisis. El problema es que ese negocio de la segunda residencia, muy caliente en épocas de crecimiento como las actuales, tira de los precios de los arriendos fijos.

A esta situación, que no es nueva, pero que se agrava día a día, se ha sumado la abundancia de oferta de pisos turísticos, mediante la cual los propietarios obtienen pingües beneficios al alquilar sus viviendas por meses, semanas o fines de semana. Hay en Jaca 306 viviendas de uso turístico registradas. De ellas, 54 tienen orden de cese dictada por el Ayuntamiento. El número de licencias está congelado desde hace dos años. Se trata de un negocio legal (siempre que los pisos estén autorizados por el Ayuntamiento y cumplan las obligaciones fiscales), pero cuya sostenibilidad es discutible. En primer lugar, porque los pisos turísticos disminuyen el mercado del alquiler. Viviendas que podían ser arrendadas por residentes fijos en Jaca quedan fuera de la oferta tradicional, sencillamente porque el nuevo modo es más rentable. En segundo lugar, los apartamentos turísticos pueden causar molestias a los vecinos de las fincas en las que se ubican. No es extraño por eso que numerosas comunidades de propietarios hayan optado por vetar ese tipo de negocio.

Y aquí entramos en un espinoso asunto legal del que se han derivado muchos litigios entre comunidades de propietarios y promotores de pisos turísticos e incluso entre Administraciones. El Ayuntamiento de Jaca estableció ya en 2017 una regulación limitativa para esa clase de transacciones, pero la Diputación General de Aragón, que tiene las competencias sobre turismo, impuso una normativa más laxa. Sin embargo, el problema de este tipo de negocio ha hecho que tribunales superiores empiecen a virar en sus resoluciones para dar la razón a las administraciones que aplican políticas restrictivas. También el Tribunal de Justicia de la UE se ha pronunciado a favor de las objeciones nada menos que en el caso de París.

En Jaca se produce también el fenómeno del arriendo por temporada. Es decir, de propietarios que ponen en alquiler su piso, pero solo de septiembre a junio, reservándose para sí los meses de verano. Se trata de una estrategia que aumenta la precariedad de los particulares que ocupan esos hogares y obstaculiza el mercado del alquiler. Todo legal, pero con efectos perniciosos.

De este estado de cosas podrían extraerse las siguientes conclusiones:

  • El turismo es una fuente de riqueza y de empleo, pero tiene su faz negativa, como la de tensionar el mercado de la vivienda.
  • Existe en España una contradicción entre contemplar la casa como una necesidad y un derecho de los ciudadanos y ver el sector inmobiliario como otro campo de negocio sometido a las leyes del mercado.
  • No existe en ciudades como la nuestra un parque de viviendas públicas de alquiler que pueda satisfacer las necesidades de muchas familias. Las administraciones deberían dar respuestas eficientes a los efectos no deseados del turismo promoviendo un parque de pisos de alquiler.
  • El crecimiento turístico debe tener unos límites si queremos mantener unas ciudades que no expulsen a sus vecinos.

El debate, por tanto, está abierto. Se trata de una cuestión esencial para el bienestar de la ciudad y sus habitantes. Los partidos políticos, pero no solo ellos, tienen la obligación de proponer alternativas.

Firmado: COLECTIVO PENSAMOS
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