Hay espacios que tienen un encanto especial, algunas veces por la belleza del lugar y otras por la magia que uno siente cuando los disfruta. Uno de esos ámbitos ciertamente entrañables, en los que el paso del tiempo pierde la escala humana y se adentra en el mundo de la eternidad, es la capillita que han dedicado los jacetanos a la santa patrona, a santa Eurosia o santa Orosia, en ese recoleto espacio románico de la catedral.