“La automatización mediante IA y robótica está eliminando puestos de trabajo en sectores tradicionales. Sin embargo, países altamente automatizados registran tasas de paro muy bajas, lo que plantea preguntas cruciales sobre el futuro del trabajo y la gestión de la transición laboral”
Robots ensamblando un coche en una fábrica automatizada (imagen generada con IA).
En la actualidad, la automatización, fruto de la unión entre IA (inteligencia artificial) y robótica, está eliminando puestos de trabajo en sectores donde tradicionalmente era necesaria mucha mano de obra humana. Sin embargo, existe una paradoja: los países más avanzados tecnológicamente hablando, como Japón y Corea del Sur, a pesar de la alta automatización, registran las tasas de paro más bajas (2.5%).
La primera revolución tecnológica (1985-1993) permitió a Microsoft replicar su sistema operativo Windows con un coste muy bajo por unidad. Tras la inversión inicial en su desarrollo, el costo de producción de los CD era mínimo, gracias a lo cual Microsoft se posicionó como líder indiscutible del mercado.
La segunda revolución (1995-2003) llegó con el acceso masivo a internet, que eliminó los costes de envío para productos tecnológicos. También la necesidad de tiendas físicas e intermediarios. Las empresas ya no necesitaban empaquetar software para venderlo; todo estaba online, reduciendo costes operativos.
Ahora, en esta tercera revolución, nos enfrentamos a la eliminación de los “costes” de personal. Con la IA y la robótica, los negocios digitales pueden operar con un número mínimo de empleados. Un caso destacado es Xiaomi, conocida principalmente por la fabricación de móviles, que ha extendido su experiencia a la producción de coches. El tiempo de montaje de un vehículo Xiaomi es de 17 segundos, sin la intervención de ninguna persona en la cadena de montaje. Evidentemente hay operarios que construyen y optimizan los robots, pero la producción en sí misma está completamente automatizada.
Esta realidad nos lleva a reflexionar sobre el impacto de la automatización en el mercado laboral. Países como Japón y Corea del Sur, líderes en tecnología y automatización, registran las tasas de paro más bajas del mundo. ¿Cómo es posible esta paradoja?
La respuesta puede estar en la capacidad de adaptación y en la creación de nuevos tipos de empleo que acompañan a la automatización. En lugar de reducir la demanda de trabajo, la tecnología puede estar transformando la naturaleza de los trabajos disponibles. En Japón y Corea del Sur, la educación y la formación se han adaptado para preparar a los trabajadores a los roles que estas nuevas industrias demandan.
Estos países han invertido en la capacitación de su fuerza laboral, enfocándose en habilidades tecnológicas y en sectores emergentes. Además, las políticas laborales han sido diseñadas para facilitar la transición de los trabajadores a nuevos roles.
El desafío es cómo otros países podemos aprender de este modelo para gestionar la transición. Evidentemente es crucial invertir en formación para preparar el mercado laboral para estos cambios. Otro debate pertinente debe ser la adaptación de las políticas laborales a las nuevas realidades y cómo deben tributar los beneficios de este tipo de tecnología.