Foto de grupo de los participantes en la celebración de los 50 años de la generación de 1974 en Jaca. MAURICIO PEÑARROYA/FOTO PEÑARROYA
En toda pareja hay una estrella y un técnico de luces, se me quedó grabado desde que lo escuché. Y es que suele cuadrar bien en cualquier situación: siempre que algo o alguien brilla, otra persona anda por ahí iluminando, pendiente, concentrada para que ese algo sea perfecto.
El sábado 18 nos juntamos, con Oroel de fondo y recordando a los que no estaban, unos 120 viejos amigos y conocidos. Para muchos de nosotros habían pasado más de 30 años desde la última vez que nos vimos. La mayoría hizo kilómetros, por tierra, mar o aire, los que residen fuera vinieron de propio, unos cuantos dejaron compromisos, otros ignoramos impedimentos y todos sin excepción disfrutamos del cariño del reencuentro; pero unos pocos, los que quizá más merecieran relajarse y vivir el día sin límites ni preocupaciones, los que llevaban trabajando más de un año para que este día fuera posible, continuaron trabajando mano a mano con todas las empresas contratadas para que los demás estuviésemos contentos.
El lugar elegido al aire libre no pudo haber sido más idóneo, los diferentes espacios y servicios del camping El Arrebol y su implicación en nuestro evento maratoniano hicieron posible que todos tuviéramos un lugar para hablar, bailar, reír, comer, cenar, gritar, dormir… y echar una lagrimota escondida por los que faltaban. Juntarnos ahí no hubiera sido posible sin el trabajo de autocares Esteban y taxi Charo Esteban, que tuvieron una paciencia infinita ante las eternas despedidas que no llegaban nunca a su fin y los magníficos speakers que, micrófono en mano a la una de la mañana, amenizaron el viaje de regreso… de regreso al Alfín. El catering El Cobertizo, con todas las fiestas de los pueblos a sus espaldas, sabía también muy bien dónde se metía: nos preparó un buen vermú y nos sirvió la comida sin que nos enterásemos de que estaban trabajando. Y como ya no puede haber evento sin fotografía que dé forma al recuerdo, por mucho que los móviles echaran humo durante todo el día, allí se acercó Mauricio Peñarroya, quien, contando con el apoyo de los que hicieron ingenierías que en un pis pas calcularon el peso que podía soportar la improvisada estructura, diseñó y realizó la nada fácil imagen de grupo que perdurará en nuestra memoria, quizá hasta incluso más tiempo que el llavero conmemorativo de Aratronic. Y uno se pregunta: ¿cómo nadie nos mandó a paseo cuando, conforme fueron avanzando las horas, volvimos a tener 18, 16, 14…? Pues no, solo recibimos las mismas sonrisas que nosotros llevábamos ya tatuadas y una grandísima capacidad de adaptación y comprensión por parte de todos.
Y a todos va el agradecimiento: asistentes al evento, empresas que más que contratadas parecían colaboradoras, Ayuntamiento de Jaca, Comarca de la Jacetania, centros educativos de Jaca que admirablemente nos siguen guardando en archivo… Agradecimiento por todos los esfuerzos individuales para juntarnos en un día tan majo que fue un regalo sentido como un gran Viernes de Mayo. Pero muy especialmente, agradecimiento a unos pocos de nosotros (y me tomo la licencia de hablar también en nombre del resto sin necesidad de confirmarlo previamente porque se vio en el ambiente): ¡muchísimas gracias! a todas y cada una de las personas que habéis diseñado, organizado y hecho posible esta magnífica reunión de los que en 2024 cumplimos los 50. Vosotros hicisteis el día brillante e inolvidable.
Ojalá no sea una estrella fugaz, ojalá podamos repetirlo y ojalá se unan los que no pudieron hacerlo el sábado.