Los niños de Jaca bailaron y se divirtieron con los Titiriteros de Binéfar en una gran fiesta de aniversario
Los niños de Jaca celebraron a lo grande los 50 años de la llegada de los primeros ciervos a la Ciudadela, dos hembras y un macho, como recordó este viernes Ricardo Banzo, de la asociación Asceal y responsable del programa educativo y medioambiental Ecociudadela. Para conmemorar el aniversario, se organizó una fiesta en el patio del castillo a la que fueron invitados todos los escolares de los centros educativos de Jaca, tal y como se hizo en abril de 1974. En esta ocasión, en vez de banda de música se contó con la animación de los Titiriteros de Binéfar, que dedicaron una de sus canciones a los ciervos que desde entonces habitan en el foso de la fortaleza.
Roberto Banzo agradeció la colaboración del Ayuntamiento de Jaca para celebrar esta reunión festiva, la colaboración de la Comarca de la Jacetania y la implicación de los voluntarios que ayudaron a la organización; e invitó a todos los asistentes a cantar el Cumpleaños feliz, que los escolares entonaron al unísono y con fuerza antes de participar en la “juerga” que había preparado la agrupación que dirige Paco Paricio.
Los Titiriteros de Binéfar llevan muchos años cantando para el público familiar. Con este espectáculo quisieron devolver a los asistentes algo que les pertenece y que cada vez es menos frecuente: el juego en la calle. Interpretaron canciones, formaron corros y bailaron con los niños, profesores y voluntarios recordando melodías que forman parte de nuestro patrimonio sonoro y cultural.
“El objetivo es, así de simple, dar lugar a una juerga”, explicaron los Titiriteros. Para ello, se sirvieron de canciones tradicionales: “Estaba el señor don Gato”, “quisiera ser tan alto como la luna”, para crear bailes de corro; cabezudos para ilustrar otras danzas menos conocidas como El baile de las raposas; trenes cogidos de las manos al son del “chiqui-chiqui, el jaleo del tren”. En definitiva, herramientas útiles para cantar, jugar, bailar y descubrir el sabor de la fiesta compartida. Como ellos mismos recordaron, “una juerga en la que nadie sobra”.