Siempre se ha dicho que la cultura, y el arte en concreto, es lo que nos hace ser libres. Más allá de la estética y del placer que produce la contemplación de una obra plástica en cualquiera de sus manifestaciones, la escucha de una canción o el visionado de una película, el arte está concebido para expresar ideas, emocionar y provocar una reacción en el espectador, una reflexión interior para que la experiencia sea completa.