La expedición Aconcagua en femenino se ha convertido en un referente para las mujeres montañeras. La ascensión al pico más alto de América y del hemisferio sur, un emblema del montañismo, quedará como símbolo para las futuras generaciones, un logro conseguido por mujeres en equipo que rompe estereotipos, demostrando que en la montaña no hay barreras más allá de las que impone la propia naturaleza.
Desde su regreso a España, tras coronar la cima de 6.961 m el pasado 19 de enero, se están sucediendo las felicitaciones y reconocimientos a este grupo de mujeres que, como explica la presidenta del club Montañeras Adebán, Astrid García, no se dedican a la montaña de manera profesional, sino desde una perspectiva amateur.
“La acogida está siendo maravillosa, algo increíble, y estamos impresionadas, porque practicamos el montañismo por afición”, comentó a El Pirineo Aragonés, poco antes de la recepción al grupo expedicionario que tuvo lugar en el Ayuntamiento de Jaca el pasado viernes. “Este hecho –el ser mujeres aficionadas a la montaña, cada una con su profesión– ha calado en la gente y ha sido muy valorado, porque ha llegado a los corazones de muchas personas”, aseguró García, aún sobrecogida por el alcance del reto que han conseguido. “No esperaba nada de esto, la verdad; está siendo una sorpresa tremenda”, manifestó.