“La irrupción de la IA en la creación artística desata debates sobre la originalidad, el impacto laboral y la ética profesional, un punto de inflexión en cómo percibimos el arte y la creatividad en la era digital”
Portada del libro Juana de Arco, realizada mediante IA.
La reciente decisión de varias librerías de retirar de su catálogo la novela histórica Juana de Arco, de Katherine J. Chen, debido a que la portada ha sido generada con IA (inteligencia artificial), ha provocado gran controversia en torno al uso de este tipo de imágenes.
Ignoro si la decisión de los responsables de la editorial Destino (grupo Planeta) obedece a una estrategia de marketing con la que generar polémica y aumentar las ventas del libro; no sería algo nuevo, en el ámbito cultural se ha recurrido con frecuencia a la provocación para destacar en un mercado saturado. Estrategia de marketing o no, parece ser el preludio de una práctica llamada a convertirse en habitual en la industria editorial y creativa.
Aunque en este caso concreto, no creo que el diseño de la portada sea algo relevante en la cuenta de resultados del grupo Planeta, la eficiencia y reducción de costos, junto a la capacidad de generar diseños innovadores, son ventajas difíciles de ignorar para la mayoría de las empresas. Esto sugiere que la integración de la IA en el proceso creativo se va a convertir en una práctica común.
El debate se centra en dos aspectos clave. Por un lado, en el impacto que esta tecnología pueda tener en el mercado laboral, donde la automatización del proceso creativo va a reducir (sin duda) las oportunidades para artistas y diseñadores. Encuentro una gran similitud cuando apareció la fotografía y muchos editores las utilizaron para sustituir otro tipo de ilustración.
Por otro lado, nos hallamos con un problema más de fondo que nos lleva a la propia concepción de este tipo de IA generativa, la cual, para ofrecer las creaciones que hace, se ha nutrido previamente del trabajo de miles de ilustradores. Es gracias a este entrenamiento en base a millones de ilustraciones colgadas en la red, que es capaz de generar las imágenes que genera.
Esta situación no es única y se extiende a otros campos. Un ejemplo son los concursos públicos de carteles para eventos y fiestas populares, los cuales, organizados por consistorios u otros entes públicos, han sido tradicionalmente un campo en el que profesionales y amateurs competían en igualdad de condiciones. La irrupción de la IA está desvirtuando esta competencia, con la consecuente aparición de “profesionales de los concursos” que a través de esta tecnología están copando cientos de premios por el territorio nacional sin que los miembros de los respectivos jurados sean capaces de valorar qué obras se han realizado con IA y cuáles no.
La norma que pretende instaurar la UE prevé que las obras creadas con IA estén marcadas, aunque también es cierto que ya existen herramientas para eliminar dicho marcaje. Personalmente, no se me ocurre cómo establecer un marco ético y legal que regule el uso de la IA en la creación artística, un proceso que garantice la transparencia y proteja los derechos de los creadores. Por otro lado, ¿se han de establecer nuevos baremos para valorar el arte y la creatividad en la era de la IA?