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Astrid García: “no hay fronteras para perseguir nuestros sueños, y las mujeres tenemos que ir a por ellos”

Las expedicionarias en Nido de Cóndores, celebrando el éxito. MONTAÑERAS ADEBÁN

La expedición Aconcagua en femenino del club Montañeras Adebán de Jaca culminó con éxito este pasado viernes, 19 de enero, con la llegada a la cima de tres de las componentes del grupo: Maite Pariente, Ana Bravo y Astrid García, acompañadas de la guía de alta montaña Marta Alejandre, de la empresa Aragón Aventura. Han sido 21 días de “extrema exigencia”, pero, a la vez, una experiencia inolvidable para todas ellas, como reconoció la presidenta de Montañeras Adebán, Astrid García, este domingo, durante el viaje que les conducía de regreso a la ciudad de Mendoza, punto de partida de la expedición, el pasado 3 de enero.

“Ha sido una jornada agotadora, 26 km descendiendo desde el campo base a Plaza de Mulas, hasta llegar al puente del Inca, que es la salida del Parque Provincial del Aconcagua”, relató García, todavía rendida a la euforia de haber cumplido el objetivo que se habían marcado hace un año, cuando empezó a diseñarse esta actividad, la primera expedición femenina organizada por el club a una cumbre de 7.000 m de altitud.

“Estamos todavía que no nos lo creemos”, aseguró, siendo consciente de la exigencia a la que han estado expuestas, especialmente en la última semana de ascensión. “Ha sido duro, duro, porque es un terreno muy complicado: te resbalas constantemente y, además, no hay oxígeno”, explicó García, que recordó los momentos de emoción compartidos en la cumbre del Aconcagua (6.962 m), donde “todo fueron abrazos, lloros y frases entrecortadas”.

“En mi caso –relató-, tuve que tomar un paracetamol porque estaba medio durmiéndome cuando caminaba, o sea, que llegamos al límite físico; pero, cuando bajamos, la alegría junto al resto del equipo fue mayúscula. Nos prepararon agua de nieve fundida, nos cuidaron y nos dieron de cenar, después de catorce horas y media de ascenso y descenso, desde las dos de la mañana, que fue cuando salimos, hasta las cuatro y media de la tarde”.

En la imagen superior, Maite Pariente, Ana Bravo y Astrid García, junto a la guía Marta Alejandre en la cima del Aconcagua. En las dos inferiores, la expedicionarias bajando de la montaña, en la zona conocida como Playa Ancha. MONTAÑERAS ADEBÁN

“Fue muy emocionante y estamos todo el equipo feliz de que hayamos podido cumplir con esta proeza, porque, además, tuvimos que cambiar de planes”, comentó. La idea inicial era atacar la cima desde el campo dos, situado en la zona conocida como Cólera (5.900 m), a 1.000 m de la cumbre, y no desde una cota inferior, a 1.500 m, por lo que la exigencia física resultó mucho mayor. “Pero estamos muy contentas”, reiteró Astrid García, porque durante los días que estuvieron en la zona del Aconcagua hubo que “lidiar con los problemas de salud” de una de las compañeras del grupo y con la “sensación de congelación” que sufrió otra de ellas. “Al final, fuimos quedando tres, que somos las que logramos subir y llevar a la cima nuestro banderín del club Montañeras Adebán”, manifestó García, satisfecha de haber conseguido este hito compartido en el que todas las expedicionarias han sumado y han tenido su protagonismo en la consecución del éxito. Es más, cada una de ellas ha logrado su particular objetivo, porque más allá del ascenso a la cima, la expedición Aconcagua en femenino ha sido un viaje de autodescubrimiento y de superación personal.

Como apuntó la presidenta del club, “no hay fronteras para perseguir nuestros sueños, y las mujeres tenemos que ir a por ellos”, porque, a cualquier edad y en cualquier etapa de la vida, siempre hay nuevas alturas por conquistar.

El equipo expedicionario lo integraron Ana Bravo (Madrid), Elena Julián (Eibar), Maite Pariente (Barcelona), Astrid García (Jaca y Zaragoza), Carmen González Meneses (Valencia), Elena Elipe (Valencia), Cristina Izquierdo (Lezama), Laura Tomás (Zaragoza), que con 29 años ha sido la más joven, y Amelia Bella (Zaragoza), de 74 años y la más veterana. Junto a ellas se encontraban también los hijos de Amelia, Rubén y Miguel, además de la ochomilista aragonesa Marta Alejandre, que se estrenó como guía en una expedición de estas características, pero que ya conocía el Aconcagua como montañera.

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