El grupo de la expedición Aconcagua en femenino se encuentra ya en Mendoza para afrontar la ascensión al pico más alto del hemisferio sur
Las expedicionarias junto a la guía Marta Alejandre el pasado mes de octubre en Jaca. EL PIRINEO ARAGONÉS
Las componentes de la expedición Aconcagua en femenino, organizada por Montañeras Adebán, ya están en Mendoza, punto de partida para dar inicio a una aventura marcada en el calendario del club jaqués, ya que se trata de la primera iniciativa de estas dimensiones que afrontan desde su creación. Son nueve mujeres y dos hombres, coordinados por la guía de montaña Marta Alejandre, de la empresa Aragón Aventura, que tratarán de coronar el Aconcagua (6.961 m), la cumbre más alta de la cordillera andina y del hemisferio sur. Su ascensión no es técnicamente compleja, si bien está sujeta a constantes cambios meteorológicos por su ubicación próxima al océano Pacífico. Los fuertes vientos y el frío, con una sensación térmica que puede llegar hasta los 30° bajo cero en verano –la estación que rige ahora en aquellas latitudes–, pero, sobre todo, el mal de altura, son los principales desafíos que tendrán que afrontar.
“Llegamos a Mendoza hoy y estamos esperando a tenerlo todo preparado para salir mañana hacia la zona de Penitentes”, punto intermedio entre la llanura de Mendoza y la cordillera andina, situado a 2.700 m, explicó ayer por la noche la presidenta de Montañeras Adebán y componente del grupo expedicionario, Astrid García.
“Estamos tranquilas, todos bien, y con ganas de empezar a hacer la aclimatación”, reconoció, aunque un poco pesarosa tras enterarse que durante estos días han fallecido dos jóvenes montañeros en el Aconcagua, uno el 3 de enero, en las inmediaciones del campo base, en el interior de su tienda de campaña, y el otro el pasado 30 de diciembre, en la cota 6.300 m, cuando descendía de la cima.
“Son noticias que te dejan un poco fastidiada, porque te das cuenta de que aquí no está garantizada la vida para nada y que moverte en altitud es complicado”, reflexiona, sabedora de que para alcanzar el objetivo con éxito tendrán que realizar una buena aclimatación y ser conscientes de los límites a los que puede enfrentarse cada una de las componentes. “Tendremos que ir muy despacio, asegurando, y tenemos claro que habrá que tomar medidas cuando nos encontremos mal. Vamos a ir día a día, haciendo una aclimatación suave”, señaló. “Pero la verdad es que estamos muy optimistas y con muchas ganas, porque el grupo que hemos formado es muy potente”, añadió.
El equipo expedicionario lo integran Ana Bravo (Madrid), Elena Julián (Eibar), Maite Pariente (Barcelona), Astrid García (Jaca y Zaragoza), Carmen González Meneses (Valencia), Elena Elipe (Valencia), Cristina Izquierdo (Lezama), Laura Tomás (Zaragoza), que con 29 años es la más joven, y Amelia Bella (Zaragoza), de 74 años y la más veterana. Junto a ellas se encuentran también los hijos de Amelia, Rubén y Miguel, además de la ochomilista aragonesa Marta Alejandre, que se estrena como guía en una expedición de estas características, pero que ya conoce el Aconcagua.
La expedición se desarrollará hasta el 24 de enero. Tras la llegada a la zona de Penitentes, que es la entrada al Parque Provincial del Aconcagua, tienen previsto alcanzar el campo base, situado a 3.368 m, este mismo sábado, 6 de enero. Al día siguiente, continuarán hasta Plaza Mulas (4.200 m), después de nueve horas de marcha y, tras una jornada de descanso, acometerán el día 10 la ascensión a Cerro Bonete (5.000 m) y el 11 al punto conocido como Nido de Cóndores (5.350 m). A partir de esa cota comenzará el periodo de aproximación a la cumbre, a la que tienen previsto llegar el 17 de enero, si bien también cuentan con el 18 y el 19 para intentarlo, en el caso de que no hayan podido hacerlo en la fecha indicada, debido a cambios de última hora o a que las condiciones meteorológicas sean adversas.
“Se sube cansado, con frío y viento, pero se sube”, aclaró Marta Alejandre en el reportaje publicado por El Pirineo Aragonés el pasado mes de octubre. La guía y montañera recalcó que más importante que el ascenso es la bajada, una vez se ha hecho cumbre. “De esto sí que hablaremos seriamente, porque es algo de lo que tienen que ser conscientes. Durante la bajada llevas ya muchas horas acumuladas en altura, has dormido a 6.000 m de altitud la noche anterior y has realizado un gran esfuerzo”, avisó Alejandre, que observó que en el descenso “es cuando aparecen todos los cansancios, el agotamiento y que no seamos capaces de caminar en línea recta”.
Para hacer frente a todos estos factores inherentes a cada persona, el consejo es claro: “paciencia y pasos lentos para avanzar en altura”, en una larga jornada en la que la llegada al campo II será en torno a las seis de la tarde. Aparte, están los condicionantes externos de una montaña que, si bien en verano no suele registrar precipitaciones, tampoco es extraño que aparezcan en algún momento. “No es lo que más nos inquieta, nos preocupan más el viento y el frío”, precisó Marta Alejandre, que dejó ver en sus palabras que, más allá del ascenso a la cima, la expedición Aconcagua en femenino es un viaje de autodescubrimiento y de superación personal. Un testimonio de que, a cualquier edad y en cualquier etapa de la vida, siempre hay nuevas alturas por conquistar.