ACOMSEJA, como es tradición en la jornada previa al comienzo de la Navidad, ha animado el encendido de la zoca, recordando así una de las antiguas tradiciones más arraigadas en el Pirineo aragonés por estas fechas tan señaladas.
Como ha recordado Fran Ponce, en una tarde animada por Os Gaiters de Chaca, “en nuestra cultura pirenaica existe una tradición ancestral que ha servido de vínculo entre los montañeses, que es A Zoca de Navidá”, un gran tronco que se prendía en los hogares de las casas por Nochebuena. “Hasta hace bien poco, de la leña que se empezaba a recoger por primavera para pasar el invierno, se elegía la zona de caxico más grande. Esta se dejaba secar en la era y en la noche víspera de Navidad, se subía hasta la cocina y se colocaba en el fondo de la tizonera. Antes de encenderla había que bendecirla mediante un rito que pronunciaba el pequeño de la casa: Buen tizón, buen barón, buena casa, buena brasa, que Dios bendiga al amo y a la dueña de esta casa. A continuación, se marcaba la señal de la cruz rociándola con el porrón. La zoca duraba hasta el día de Reyes y como no podía ser de otra manera, las cenizas del árbol sagrado quemado por el fuego solsticial, en el campo de Jaca las esparcían con los trigos de la siembra, para evitar plagas en las cosechas”, ha evocado Ponce, que, antes prender el fuego y de saborear la torta, el chocolate y el vino quemau, ha contado la historia de Miguelé, un mozé que vivía en el Llano de Aín y que su máxima ilusión era tocar el chiflo con los Danzantes de santa Orosia…