“Noticia muy triste cuando ciudades como Bilbao se están convirtiendo en referencia alpinista mundial y Jaca, “ciudad alegre y confiada”, parece que viviera de las rentas”

Bernabé Aguirre en la presentación de la última edición de las Jornadas de Montaña de Jaca.
El pasado sábado 9 de diciembre se clausuraron en Jaca las Jornadas de Montaña, era el año vigésimo primero desde que la ciudad disfrutaba de unos encuentros de excelente valor montañero, aventurero y, sobre todo, humano. El alma de todo ello la encarna Bernabé Aguirre, un asturiano y pirenaico muy grande y muy valiente por cómo ha lidiado con tantas dificultades de todo tipo para traer a la “Perla del Pirineo” lo mejor del alpinismo, sus cimas y sus gentes. Pero todo se acaba, y es una muy mala noticia, porque cuando aún disfrutábamos de la última charla, impresionante, de Rosa Fernández, un ejemplo de supervivencia y ética montañera, Bernabé anunció que tira la toalla, que el ninguneo y la falta de apoyo por parte del actual equipo de gobierno de Jaca ha llegado al límite y que ahí lo deja todo por si alguna persona valiente se anima a continuar con estas jornadas.
Noticia muy triste cuando ciudades como Bilbao se están convirtiendo en referencia alpinista mundial y Jaca, “ciudad alegre y confiada”, parece que viviera de las rentas. En efecto, la verdadera montaña queda aquí oculta tras fantasmagóricos proyectos de unión de estaciones de esquí, en realidad pelotazos ladrilleros de muy mala catadura. Se pierden estas jornadas, como se han perdido en noviembre, por falta de una mínima financiación, las de Derecho y Montaña, que consiguieron unir en torno a una misma mesa a representantes del GREIM, la Gendarmería Francesa, los Mossos de Escuadra y la Ertzanzta para tratar temas candentes sobre seguridad y rescate en el Pirineo.
Promocionar una ciudad no consiste solo en poner lucecitas y felicitarse por las aglomeraciones en tiendas y bares –ya sabemos que lo de la libertad y tomar cañas lo tiene muy presente el actual partido que rige en Jaca– hay otra realidad y es la del abandono de la cultura de la montaña. Y también de la cultura en general, pero quede eso para otra ocasión. VALE