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“La irrupción de la IA en la educación desafía el sistema tradicional, enfocado en la media. La IA promete una completa personalización, adaptando el aprendizaje a cada estudiante, sin embargo, su implementación plantea dilemas éticos y pedagógicos tanto en la evaluación como en la propia metodología”

La IA permite llegar a predecir el estado de ánimo de los estudiantes en tiempo real.

La irrupción de la IA (inteligencia artificial) en la educación supone un desafío a los propios pilares que sustentan el sistema educativo actual. En un sistema con recursos limitados, por mucho esfuerzo que realicen los docentes y por mucha adaptación curricular que se haga, irremediablemente se termina trabajando para la media, una media que, en la mayoría de los casos, es marcada por el propio nivel del alumnado.

Materiales, metodologías y evaluaciones están enfocadas en la media, lo que afecta negativamente a todo aquel estudiante que esté fuera de ese promedio. Los estudiantes con dificultades no llegan, y los más avanzados sienten que el sistema se les queda corto.

Ya vimos en un artículo anterior cómo, gracias a la eficiencia que proporciona la automatización de procesos, las mejores universidades del mundo llevan más de diez años usando IA para mejorar el rendimiento de sus estudiantes. Otro punto clave es la capacidad que tiene la IA para personalizar el aprendizaje en función de las necesidades de cada alumno.

La implantación de la IA en la educación significa alejarnos de la media para ofrecer una educación más inclusiva, equitativa y centrada en el estudiante. Brinda la posibilidad de que el docente, de forma sencilla y con menos esfuerzo del que realiza hasta ahora, pueda adaptar el contenido, el ritmo y la metodología a las necesidades individuales de cada estudiante.

Dejar de enseñar a la media para enseñar al individuo es el objetivo. La IA nos brinda herramientas que nos permiten identificar sus fortalezas, debilidades, intereses personales e incluso, si es necesario, su estado de ánimo en función del tiempo que haga.

En este nuevo paradigma, el objetivo es sacar el máximo rendimiento de cada alumno en función de sus capacidades y del esfuerzo que esté dispuesto a realizar. La IA nos ofrece la posibilidad de ayudar a docentes y alumnos a impulsar soluciones que permitan a los estudiantes desarrollar sus habilidades críticas, enfocarse en la resolución de problemas y fomentar la creatividad. Sin embargo, ante este nuevo escenario, surgen dudas.

¿Es lícito que un estudiante realice un examen usando Chat GPT de la misma forma que actualmente hay estudiantes que usan calculadora científica? ¿Es necesario crear nuevos parámetros de evaluación? ¿Deben adaptarse las evaluaciones a las necesidades y habilidades individuales de cada estudiante? ¿Hay que personalizar los exámenes en función del ritmo y nivel de conocimiento de cada alumno? ¿Debemos dejar la evaluación de un examen en manos de la IA?

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