
En su época de estudiante, Pepe Hidalgo fue un asiduo visitante del Museo del Prado. En sus salas podía pasar horas y horas observando las obras de los grandes pintores, intentando descifrar los secretos de su arte, la luz, las sombras, el movimiento, la profundidad del paisaje, los colores… Aquellas visitas dejaron un poso profundo tanto en su estilo pictórico como en sus creaciones y composiciones. Como él mismo explica, su inspiración está influenciada, en gran parte, por esos referentes que descubrió en la pinacoteca madrileña y que ha ido adquiriendo y desarrollando con el paso de los años. Goya, Velázquez, el Bosco y Rubens figuran en esa lista de “imprescindibles” en la obra de Pepe Hidalgo. De hecho, los grabados de Goya y sus Pinturas negras fueron los que le motivaron para convertirse en pintor, ha recordado en más de una ocasión.
En este contexto, hay que situar la exposición con carácter permanente que el pintor toledano, residente en Vancouver (Canadá), y estrechamente vinculado a Jaca y al Pirineo aragonés, ha instalado en la galería Omar Alonso, en Puerto Vallarta (México). Sin abandonar sus temáticas de siempre: la femineidad, la mitología, la historia o la ciencia, en esta ocasión ha puesto el foco en una pintura por la que siente admiración y fijación: Perro semihundido, de Francisco de Goya, una de las escenas del conjunto pictórico que el artista aragonés plasmó en los muros de la Quinta del Sordo, la casa madrileña que adquirió en 1819 a orillas del Manzanares, y que este año cumple su bicentenario (1823).