¿Pueden tener algo en común Heródoto de Halicarnaso y Frotardo, abad de Saint Pons de Thoméres, donde se educó Ramiro II, Rey de Aragón?

La campana de Huesca, lienzo de José Casado de Alisal.
Artículo dedicado a mi hijo, el Abogado Enrique Díaz, que, en su residencia actual en Varsovia, leyendo a los clásicos griegos, encontró un texto que le recordó la actuación de nuestro monarca Ramiro II, y me lo hizo saber. Muchas gracias, Enrique.
Nos preguntamos, que podrían tener en común un historiador y geógrafo griego cual es Heródoto de Halicarnaso, que vivió entre el 484-425 a. C., aproximadamente, el cual es considerado, nada menos, que el padre de la historia en el mundo occidental, con el abad del monasterio de San Ponce de Thomeres, donde se educó el joven infante don Ramiro, monje-obispo y futuro Rey de Aragón que vivió en el siglo XII y reinó entre los años 1134 y ¿1157?
Heródoto fue la primera persona que utilizó un método de investigación empírico-racional para el estudio del pasado, es decir, sus conocimientos proceden de dos fuentes: los sentidos y el entendimiento, que se pueden concretar diciendo: “nada hay en el intelecto que antes no haya estado en los sentidos”.
Heródoto estudió la Historia del Imperio Persa, para salvar del olvido las hazañas de las generaciones griegas pasadas, y fue el primero que utilizó el término griego de Investigación, y de allí quedó la palabra que utilizamos en la actualidad para definir la ciencia del estudio del pasado.
En su intensa actividad intelectual, Heródoto es el autor de una historia universal de los siglos VI y V a. de C. que versa sobre griegos, persas, egipcios o babilónicos.
Obra que tituló simplemente “Historia” compuesta por nueve libros. En el libro V Heródoto aporta para la historia del Reino de Aragón unos datos de sumo interés, vinculados con su rey Ramiro II, tercer hijo de Sancho Ramírez y de su segunda esposa Felicia de Roucy.
La historia relatada por Heródoto, fue recogida por Aristóteles en su obra titulada Constitución de los Atenienses, en ella nos relata que el estadista Clístenes realizó numerosas reformas en el sistema político ateniense, así como que promulgó y creó un sistema conocido con el nombre de “ostracismo”, en el año 508 a. C. junto a Solón de Atenas, todo lo cual fue el resultado de la aparición de las tiranías en la ciudad de Atenas durante gran parte del siglo VI a. C. El objetivo y la práctica del “ostracismo”, tal como lo creó Clístenes, era desterrar a una persona durante diez años; sistema con el que se debía acusar a personalidades importantes de la política ateniense a fin de evitar las ambiciones no democráticas, tal como la instauración de la tiranía, como hicieron los Pisistrátidas. Para realizar esta acción dio entrada a los ciudadanos.
El infante Ramiro, que nace un 24 de abril de 1086, cuando contaba 7 años de edad, en concreto el 3 de mayo de 1093, su padre lo entregó al monasterio benedictino de San Ponce de Thomeres, en el Languedoc en el reino de los francos, para dedicarlo a la vida eclesiástica, dadas las escasas posibilidades que tendría para reinar, al tener dos hermanos mayores, y por considerar que era el monasterio más adecuado. Mientras sus hermanos Pedro y Alfonso continuaban su educación, el mayor en lugar desconocido y Alfonso en el monasterio de San Pedro de Siresa, preparándose ambos para su devenir político y favoreciendo su formación la existencia de una gran biblioteca y scriptorium, donde en el 848 militaban ciento cincuenta monjes regulares, dedicados a la labor de traducción y copia de textos eclesiásticos y laicos. Biblioteca que disponía de más de un millar de libros, entre los que se citan, las grandes obras de la civilización griega y romana, siendo los mejores textos históricos de la antigüedad, tales como el Libro de la Ciudad de Dios de San Agustín, la Eneida de Virgilio, Libros métricos de Juvenal, los poemas satíricos de Flacco, los opúsculos elaborados de Porfirio, las fábulas métricas de Avieno, brillantes poemas de los himnos católicos, y otros, posiblemente los de Heródoto, y como indicara José María Lacarra “tan rica biblioteca solo podía ser fruto del renacimiento cultural forjado en torno a Carlomagno y a su hijo Ludovico Pío”, de gran presencia en la documentación aragonesa de la época. Y que vinculan ambos monasterios San Ponce de Thomeras y San Pedro de Siresa.
Siendo su hermano Alfonso I, emperador de León, Ramiro fue nombrado abad del monasterio benedictino de Sahagún, cuando contaba 25 años, pasando seguidamente a ser preconizado obispo de Burgos, de Pamplona, y de Roda-Barbastro en 1134. Política que no era nueva en el reino de Aragón, pues ya tenía un antecedente en el rey Ramiro I, al que sucedió, Sancho su hijo primogénito en el reino, y García, que fue designado obispo para ocupar la sede de Jaca. (1076-1086).
Al fallecer sin herederos sus hermanos Pedro I y Alfonso I, éste el 7 de septiembre de 1134, el infante Ramiro, consideró que él era el heredero de los reinos de aragoneses y pamploneses y, más cuando se conoció el contenido de su testamento, en el que dejaba los reinos a las tres Órdenes Militares de Jerusalén: las del Hospital, Temple y Santo Sepulcro, donación de imposible cumplimiento, y que creó una gran crisis política.
El monje-obispo Ramiro consideró que la única forma de evitar la disolución de la dinastía, era recabar la fidelidad de los súbditos, para lo cual, tras asistir a las exequias de su hermano, renunció al obispado de Roda-Barbastro y visitó las principales ciudades del reino. Así consta en un documento en el que, confirmando unas donaciones a la catedral de Roda, dice que “asumió la potestad regia y la culminación de la dignidad y sucedió a su hermano”.
En esta decisión, recibió la fidelidad de los cinco obispos del reino de Aragón, no así de los dos de los pamploneses. También la recibió de los tres abades del reino de Aragón: San Juan de la Peña, San Victorián y Montearagón, de su mayordomo, de su aitán, y de numerosos seniores, entre ellos la vizcondesa del Béarn, tal y como puede verse en la “Carta de donación y libertades” otorgada a Jaca en 1135 (sic 1134), donde confirma el ordenamiento jurídico concedido por su padre.
Sin embargo, don Ramiro debió hacer frente a la levantisca parte de la nobleza aragonesa y pamplonesa que se oponía a su persona, para lo cual envió un mensajero al monasterio en el que se había educado a fin de recibir consejo de su abad (¿Frotardo?).
El consejo que le dio, encuentra su antecedente en el libro V de la Historia de Heródoto. Dice así: “Cipselo ejerció el poder por espacio de treinta años y su vida fue afortunada hasta el final, sucediéndole en la tiranía su hijo Periandro”, y añade, “este despachó un heraldo a la corte de Trasíbulo, para preguntarle que con qué tipo de medidas políticas conseguiría asegurar sólidamente su posición y regir la ciudad con el máximo acierto. Entonces Trasíbulo condujo fuera de la capital al emisario de Periandro, entró con él en un campo sembrado, y mientras recorrían el trigal, empezó a formularle al heraldo repetidas preguntas sobre los motivos de su viaje desde Corinto; y de paso, cada vez que veía que una espiga sobresalía, la tronchaba -hecho lo cual la arrojaba al suelo- hasta que, con semejante proceder, acabó por destruir lo más espléndido y granado del trigal. Y una vez atravesado el labrantío, despidió al heraldo sin haberle dado ni un solo consejo”.
“Cuando el heraldo regresó a Corinto, Periandro estaba ansioso por conocer el consejo; Pero el emisario le respondió que Trasíbulo no le había dado ninguno y que él estaba sorprendido de que Periandro le hubiera enviado a la corte de un sujeto como aquel, un loco rematado que destrozaba sus posesiones (y le contó detalladamente lo que le había visto hacer a Trasíbulo).
Sin embargo, Periandro comprendió el mensaje de Trasíbulo y se percató de que le aconsejaba asesinar a los ciudadanos más destacados, de manera que a partir de entonces hizo gala contra los corintios, de la crueldad más absoluta, pues todo aquello que el despotismo asesino y persecutorio de Cipselo había dejado intacto, lo remató Periandro”. Heródoto. Historia. Libros V-VI. Edit. Gredos. M.1981. p. 167.
El relato histórico contiene los mismos ingredientes que se encuentran en la actuación atribuida a Ramiro II, según la cual envió a un emisario a consultar al abad del monasterio de San Ponce de Thomeras, en el que se había educado, a fin de que le dijera, “que podría hacer con la nobleza que se oponía a su persona”. Consta como la actuación del abad fue semejante a la de Trasíbulo. (por lo que es muy posible que fuera conocedor del texto).
Si bien, en este caso, el trigal es sustituido por un campo de coles, donde el monje cortó todas aquellas que sobresalían y ordenó al emisario, que contara al rey lo que había presenciado.
Diversas crónicas nos relatan que el rey habiendo entendido el mensaje convocó a los nobles y caballeros subversivos a Cortes en Huesca, con la finalidad de construir una campana que fuera oída en todos sus territorios. Momento en el que uno a uno les hizo cortar la cabeza, llegando a decapitar a trece o catorce personas.
El suceso se encuentra relatado en la Crónica de San Juan de la Peña, en la Primera Crónica General de España del siglo XIII, en los Anales Toledanos primeros y en la Crónica de Al-Bayan al-Mugrib, de comienzos del siglo XIV, e incluso Lope de Vega en 1623 recreó el episodio en su obra La campana de Aragón. Siendo también digno de destacar el impresionante óleo del pintor José Casado del Alisal, titulado La campana de Huesca.
Fue la ciudad de Jaca la que desde un principio le reconoció como Rey.
Así lo recoge la “Carta de donación y libertades” en la que confirma a todos los hombres de Jaca, los buenos fueros otorgados por su padre Sancho Ramírez, y dice que “además, porque vosotros fuisteis los primeros que me elegisteis para rey, os doy y concedo la franquicia mayor que tienen los burgueses de Montpellier, que es esta: que todo el que tenga casa en el burgo de Montpellier y habite en ella , no pague lezda (pasaje o entrada), por el dinero, mercaderías o efectos que llevase de cualquier parte de fuera, la misma exención os concedo yo el rey Ramiro a vosotros los hombres de Jaca…”.
Dámaso Sangorrín y Diest-Garcés. El Libro de la Cadena del Concejo de Jaca. Ed. Facsimil. Zaragoza, 1979. P.p. 157-158.
Antonio Ubieto Arteta. Jaca: Documentos municipales. 971-1269. Valencia, 1975.P.p. 64-65.
Antonio Muñoz y Romero. Colección de fueros municipales y cartas pueblas. Madrid, 1978. P.p. 239-240.
Así consta, perpetuamente, el reconocimiento de los jaqueses a la fidelidad al monarca en el escudo de la ciudad, en el que figura un texto, por todos conocido, que dice: “Et insuper, quia vos primi elegistis me in regem”.
… “porque vosotros fuisteis los primeros que me elegisteis rey”.