
La Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) concluye este viernes la exhumación de los nueve rehenes de Biescas, fusilados el 3 de septiembre de 1937 por un grupo de falangistas en respuesta al derribo de tres pilonas del tendido eléctrico en los alrededores de Biescas por parte de milicianos republicanos.
Los trabajos de localización y exhumación comenzaron el lunes en la fosa número 6 del cementerio jaqués, donde se hallaban alineados los cuerpos de los “nueve sin nombre”, como quedaron anotados en su momento en el libro del enterrador. Son Maximino Bergua Lalaguna, Antonio Fanlo Maza, Nicasio Isabal Cajal, Esteban Aínsa Aso, Joaquín Gracia Claver, Ramón Cajal López, Benito Lalaguna Callavé, Agustín Villanúa Batalla y Juan Artigas Martínez.
Esta es la segunda exhumación oficial que se realiza en las fosas de la guerra civil española del cementerio de Jaca, tras la del miliciano vasco Pedro Asua, que finalizó el pasado mes de febrero. La intervención de la ARMH, que coordina Marco González, vicepresidente de la asociación, fue impulsada a iniciativa de las familias de los rehenes de Biescas y ha contado con la colaboración del Círculo Republicano Galán y García de Jaca.
La exhumación se ha completado en una primera fase, a la que le seguirá otra de estudio e identificación de los restos y su posterior cotejo con las muestras de ADN que se han realizado a los familiares, un proceso que llevará varios meses.
Esta actuación ha permitido la localización de los familiares de dos de los fusilados con los que no se había podido contactar todavía. Se trata de las familias de Juan Artigas Martínez, nacido en Agüero, y de Agustín Villanúa Batalla, un industrial vecino de Igriés.
Un hijo de Agustín Villanúa, de 92 años de edad y que se llama como su padre, visitó este jueves los trabajos de exhumación. Acompañado de su hijo, caminó hacia el borde de la fosa y contó que su madre quiso siempre recuperar el cuerpo para su inhumación en Huesca, en un panteón familiar. Explicó que su madre supo que estaba enterrado con más personas en el cementerio de Jaca, pero nunca pudo localizar a las otras familias, explicó emocionado.
“Todo el equipo está muy contento” y “ha sido muy reconfortante encontrar a las familias de una forma tan rápida”, reconoció Marco González, que ahora ha solicitado la ayuda de los medios de comunicación para poder localizar a la familia de Antonio Gallardo Mejía, un objetor de conciencia, de 18 años de edad, que se negó a coger un arma y enrolarse en el ejército franquista, y que fue asesinado y enterrado “sin nombre” junto a la fosa común de los nueve rehenes de Biescas.