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Una fiesta del Primer Viernes de Mayo que ha salido “redonda” y que ha estado “muy concurrida”

El Primer Viernes de Mayo es el día en el que Jaca se siente libre. Esta frase no es ni exagerada ni impostada, sino que expresa la manera de ser de los jaqueses ante una celebración que se vive de forma espontánea, con alegría y energía, pero también con emotividad y cierta complacencia. Jaca se siente orgullosa de sí misma y los jaqueses, también, y así lo perciben las personas de fuera que en un día como este se aventuran a traspasar los límites de esa muralla emocional que envuelve a la fiesta, consiguiendo llegar al corazón que la mueve y alimenta.

“Es muy difícil bajar de un sueño como el que acabamos de vivir”, ha reconocido el presidente de la Hermandad del Primer Viernes de Mayo, Carlos García, nada más acabar el desfile, con la garganta todavía caliente después de cantar el himno. Palabras que han llegado tras recibir de manos del alcalde, Juan Manuel Ramón, una placa que reconoce el esfuerzo que han realizado los escuadristas y organizadores de la fiesta y que ha tenido como resultado una nueva jornada “maravillosa”, como ha dicho Ramón, todavía visiblemente emocionado, consciente de que este era su último Primer Viernes de Mayo al frente del consistorio.

El Primer Viernes de Mayo se ha vivido con intensidad desde el punto de la mañana. Mientras las familias y cuadrillas de amigos iban en peregrinación a la ermita a disfrutar del almuerzo, en las calles de Jaca se revivía ese ambiente que solo se da en esta mañana del primer viernes del mes de mayo. El cortejo histórico con el conde Aznar montado a caballo atravesaba la calle del Obispo y se dirigía hacia el punto de encuentro con el resto de escuadras, antes de dar comienzo al primer desfile, el de bajada a la ermita, que ha resultado muy concurrido de público.

En la casa consistorial, la síndico Matilde Campo recibía felicitaciones, mientras el alcalde iba saludando a todas las autoridades que se han acercado hasta Jaca, entre ellas el consejero de Vertebración del Territorio, Movilidad y Vivienda, José Luis Soro, el presidente de la Diputación Provincial de Huesca, Miguel Gracia, la delegada del Gobierno en Aragón, Rosa María Serrano, la vicepresidenta de las Cortes de Aragón, María del Mar Rodrigo, y el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón, entre otros.

Tras una primera descarga en la calle del Coso, las escuadras han parado unos minutos en la residencia Santa Orosia, donde ha vuelto a irrumpir el sonido de los tambores y las salvas de los trabucos. Poco después, en la ermita de Nuestra Señora de la Victoria se ha oficiado la misa dando gracias, un año más, por aquella lejana victoria en el tiempo, pero tan presente en el sentimiento y la vida de los jaqueses.

El desfile para conmemorar la entrada triunfal del conde Aznar en la ciudad ha comenzado puntual, ganando magnitud conforme las escuadras avanzaban por la avenida Regimiento Galicia y se adentraban en las estrechas calles del casco histórico. El público ha aplaudido el paso de la comitiva, ha lanzado vivas al conde y ha saboreado cada instante del desfile, dejándose llevar por el percutir de los tambores, el colorido de los trajes y sombreros y el olor a pólvora, en un día primaveral y alegre.

Tras el canto de la salve en la catedral, el Primer Viernes de Mayo ha subido en intensidad, con los saludos de las banderas y el disparo de salvas, primero en la plaza de la Catedral y luego en la calle Mayor, donde la Banda Municipal de Música Santa Orosia y las escuadras han sido vitoreadas por un público enardecido que no ha parado de gritar y saltar. Con los primeros acordes del himno, la voz de los jaqueses ha irrumpido con fuerza y se ha dejado sentir como un gran temblor de emociones.

“Ver al pueblo de Jaca emocionado y unido es algo muy grande, y haberlo podido representar durante ocho años es mucho para mí”, ha reconocido Juan Manuel Ramón, tras fundirse en un abrazo con el presidente de la Hermandad y el conde Aznar.

Sabedor de que estaba ante su última fiesta como alcalde, Ramón ha asegurado que no la echará de menos, porque seguirá viviéndola con igual intensidad. “No estaré aquí, pero estaré, porque los jaqueses llevamos el Primer Viernes de Mayo muy dentro”, ha comentado. “Seguiré viviéndola, aunque sea de otra manera”, ha añadido en un día que ha reconocido que era “muy especial” y “emotivo”, “la mejor manera de acabar este periodo de mi vida”. “Es la mejor imagen y el mejor recuerdo que puedo llevarme”, ha asegurado.

Carlos García ha destacado la gran participación que ha habido en el festejo de este año, especialmente por parte de los jóvenes. “Ha sido un éxito” no solo por la implicación de los vecinos y las personas que se han acercado a Jaca en esta ocasión, sino también por el desarrollo de los actos y el desfile. Si el año pasado fue el del reencuentro de los jaqueses con su fiesta después de la pandemia, este ha sido el de la confirmación de que había muchas ganas de disfrutar del Primer Viernes de Mayo, como ha señalado García, una percepción que también ha compartido Miguel Carasol, en su séptimo año recreando la figura del conde Aznar. “Ha habido mucha gente participando y viendo el desfile desde el inicio, totalmente entregada, y creo que ha resultado un día redondo”, ha manifestado minutos después de entonar el himno.

Para Matilde Campo, también se han “superado todas las expectativas”, ya que para ella ha sido un Primer Viernes de Mayo único como portadora de la bandera de Jaca. La síndico ha vivido la fiesta con “emoción” y ha podido sentir el cariño de muchos vecinos que se han acercado hasta ella a felicitarle en este momento tan especial.

¿Y ha habido mucha diferencia del primer ondeo de bandera al último? “En el primero he estado un poco nerviosa, pero luego, más tranquila, hemos ido mejorando hasta el punto de que todavía habríamos podido seguir, porque no se nos ha acabado la energía”, ha respondido.

Y es que para Campo, como para la mayoría de los jaqueses que hoy han celebrado la fiesta, ha sido un día “inolvidable”, uno más para el recuerdo, pero sobre todo para seguir sintiéndose libres; libres, a la sombra del monte Oroel.

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