Durante el acto se evocaron los vínculos del Primer Viernes de Mayo con el Real Monasterio de San Juan de la Peña
El Real Monasterio de San Juan de la Peña acogió este jueves, víspera de la fiesta del Primer Viernes de Mayo, el acto de homenaje al conde Aznar, una celebración que recuperó la plena normalidad después de la pandemia, como recordó al principio de su intervención el presidente de la Hermandad del Primer Viernes de Mayo, Carlos García, que acudió en esta ocasión ataviado con un traje del cortejo histórico, y acompañado de una amplia representación de miembros de las escuadras. El alcalde, Juan Manuel Ramón, encabezó la delegación municipal, en la que también se encontraba la síndico de este año, Matilde Campo.
Tras agradecer la presencia del cuarteto de viento de la Escuela Municipal de Música de Jaca, García recordó que, si bien este acto religioso en memoria de Aznar Galíndez es sencillo, “se engrandece al celebrarlo en este monasterio, cuna del reino de Aragón”, un enclave que mantiene estrechos lazos con la conmemoración de la batalla del Primer Viernes de Mayo.
Algunos de esos vínculos fueron relatados por la secretaria de la Hermandad, Sheila Cantón, que se refirió a las referencias que dejó plasmadas en el siglo XVII el abad Juan Briz Martínez, autor de Historia de la fundación y antigüedades de San Juan de la Peña y de los reyes de Sobrarbe, Aragón y Navarra. “Fue el primero que dio noticia de las huestes jacetanas de bravos y resueltos guerreros, que, con imparable ímpetu, arremetieron contra las fuerzas agarenas y que, en última instancia, se vieron felizmente arropados por las audaces y briosas jacetanas, que con su arrojo inclinaron el fiel de la balanza hacia el lado cristiano”, señaló Cantón, exaltando los valores de la fiesta jaquesa.
“Pero este monasterio de milenaria trayectoria también nos da otras referencias históricas que vienen a demostrar con indudable criterio que nuestra fiesta tiene unas profundas raíces que se hunden en la Edad Media”, añadió en alusión a la cesión de un viñedo que los monjes benedictinos realizaron a finales del siglo XIV a un vecino de Espuéndolas en el término de Mocorones, “lugar que ahora conocemos como la Victoria, en las cercanías de la ermita”.
“El acto de tratamiento de aquella propiedad no nos sorprende, porque ya sabíamos de su existencia, y con el mismo nombre, durante el reinado de Ramiro I y posteriormente nos lo recordaron con otros documentos de su hija la condesa Doña Sancha, hermana del emblemático rey Sancho Ramírez”, comentó la secretaria de la Hermandad, que finalizó sus palabras aludiendo a las numerosas conexiones que el Real Monasterio de San Juan de la Peña tiene con el Primer Viernes de Mayo.
Acto de homenaje al conde Aznar en el panteón de nobles. EL PIRINEO ARAGONÉS
El vicario de la diócesis, Fernando Jarne, que intervino en nombre del deán de la Catedral de Jaca y consiliario de la Hermandad, Valentín Garcés, también centró su alocución en los ancestrales vínculos que unen a la fiesta con el monasterio pinatense. Y lo hizo evocando seis momentos, seis “ecos”, como él los definió, enlazando la historia y la tradición con algunas de las estrofas del himno escrito por Villacampa. Aludió a la fundación del monasterio, a la memoria escrita en sus piedras con menciones al conde Aznar, los santos Félix y Voto y al eremita Juan de Atarés, y valoró la labor que realiza la Hermandad –“el amor como clave de la vida”– para celebrar y magnificar la fiesta.
Se refirió asismismo a la vida monástica de los monjes benedictinos de San Juan de la Peña como ejemplo para “vivir todos en comunidad, todos a una, marchando todos alegres sin desmayo”; y a la necesidad de valorar el trabajo como un servicio hacia los demás, “el de labradores y labradoras, artesanos y artesanas, síndico…, el de cada uno y cada una, a cuantos y cuantas hoy, como el conde Aznar, debemos laurel”.
Jarne expuso igualmente la relación de San Juan de la Peña con la cultura al indicar que de este monasterio “salieron una veintena de escritores cuyas obras de historia, filosofía, literatura, poesía, derecho, teología, ética, economía y moral son todavía hoy referentes”. “Somos custodios y heraldos de nuestra cultura, como hoy y mañana expresaremos, pero a la vez somos creadores de cultura, uniendo progreso y tradición”, añadió. Y finalizó lanzando una invitación a “estar abiertos a los demás” e imitar así el carácter que durante siglos caracterizó a la orden benedictina, además de recordar la obligación de mantener las tradiciones. “El monasterio es eco de muchas tradiciones: el Santo Grial, el Camino de Santiago, el Voto de San Indalecio, la Real Hermandad, el panteón de tantas personas. Aquí resuenan en su vivencia de siglos y aquí se impulsa a seguir en ello, porque renueva nuestro valor para ser bravos, para saber vivir. Nosotros venimos a la sombra de esta roca, de esta peña, para volvernos renovados a la sombra de otro monte, el monte Oroel”, subrayó.
El acto finalizó con la oración y la ofrenda floral al conde Aznar en el panteón de nobles, en la que participó Miguel Carasol, la persona que desde hace siete años da vida a esta figura histórica.