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50 AÑOS

Mayo 1973

Dibujo que recrea la figura del conde Aznar Galíndez.

Los hechos sucedieron y las gestas los cantaron y los celebraron; pero conforme las gestas se fueron olvidando de la historia que las motivó, lo más brillante, lo más entrañable de ella, se aferró tercamente a la memoria del pueblo y así tuvo una nueva vida. Esta “nueva vida” dio a los hechos la energía que les hacía falta para subsistir; y, a lo largo del tiempo, han sido reelaborados por circunstancias ajenas a las de su propio nacimiento.

Por los entresijos de la fiesta del Primer Viernes de Mayo corren vientos de madrugada de historia medieval. Aznar Galíndez aparece en la primera década del siglo IX gobernando el territorio de los aragoneses; es decir, los valles de Hecho y Canfranc, investido con el título de conde y reconocido por Carlomagno.

Continuas revueltas agitaron la población musulmana del valle del Ebro durante el siglo VIII. En el 755 las gentes de Pamplona se niegan a pagar tributos y son sometidas por la fuerza. No pudo ser fácil para Aznar Galíndez la defensa de una plaza como Jaca, siempre codiciada por los árabes y su título de conde tuvo que apoyarse, por una parte, en un reconocimiento a los servicios prestados, y por otra, en una agradable solidez y prestigio de la persona.

Fuerte resonancia dejó en el pueblo la batalla habida donde hoy se levanta la ermita de la Victoria; así también el ascendiente Aznar sobre los jacetanos para movilizarlos bravamente contra el moro.

Grande debió ser la alegría de los vencedores; tan grande, que su aliento conserva viva la celebración hasta el siglo XIX en el que el Romanticismo con su “mito del pueblo poeta” magnifica y aúna la historia y la leyenda conservando para nosotros, gentes de hoy escépticas de tradiciones, esta fecha entrañable.

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