
Desde lo más profundo de la Edad Media se tenía por seguro que un hombre armado con su lanza, espada o maza y montado a lomos de un caballo era un arma muy terrible. Las ventajas de la Caballería por su altura, fuerza y peso, unidas a que el jinete fuera cubierto con una loriga, cota de malla o armadura, marcaban notablemente la diferencia en un enfrentamiento armado o en una escaramuza. Su potencial bélico era equivalente a un carro de combate actual.
Artículo de JUAN CARLOS MORENO.