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La banda de bombos y tambores de la Hermandad de la Soledad de Nuestra Señora pronunció el pregón de la Semana Santa de Jaca, una exaltación a la virgen que realizó Vicente Vallés en 1948, y a los sonidos que configuran esta celebración

Después de tres años de travesía silente, huecos vacíos y sentimientos pesarosos, resultó confortante volver a escuchar en el interior de la Catedral de Jaca el sonido de los bombos y tambores que acompañan a la Semana Santa en el día del pregón. Los redobles y repiques de las bandas de las hermandades y cofradías se mezclaron entre sí provocando nuestro despertar interior, tratando de buscar aquel tiempo pasado, no tan lejano, que dejamos atrás un mes de marzo, antes de la pandemia.

La catedral estuvo concurrida, envuelta de silencio y respeto, pero animada y alegre, con una asistencia que escuchó expectante a las tres generaciones de componentes de la Banda de Bombos y Tambores de la Hermandad de la Soledad de Nuestra Señora que tuvieron el privilegio de leer el pregón ante la imagen de la Soledad, en un año tan especial como el de su 75.º aniversario.

El acto fue un elogio a la virgen realizada por el artista Vicente Vallés en 1948; una exaltación a ese rostro “sereno, bello y sufriente que nos anima, que nos acompaña y que nos entusiasma”, como lo resumió el obispo de la diócesis, Julián Ruiz, al final de su alocución. Pero el pregón fue también una oportunidad para ensalzar la importancia que tienen los sonidos de los bombos y tambores en nuestra Semana Santa. “No podríamos escuchar los sonidos de los bombos y tambores si no hubiera en ellos fragmentos de silencio”, recordó Ruiz, comparando ese vacío con los espacios en blanco que separan y permiten diferenciar las palabras de un texto. “La Virgen de la Soledad nos ayuda a ver esos espacios vacíos en los que nos sentimos atormentados, llenos de incertidumbre en medio de unas noches oscuras”, evocó.

El pregón es el acto que marca “el inicio de la Semana Santa jaquesa”, una celebración “en la que todos, sin distinción, vamos a poder participar”, señaló el presidente de la Junta de Cofradías, Carlos Lacadena, que animó a la ciudadanía a “integrarse y colaborar de una u otra forma en cualquiera de las hermandades que tenemos”. El acto, en el que estuvo presente el alcalde de Jaca, Juan Manuel Ramón, contó con la participación de las nueve cofradías de Jaca, representadas a través de sus estandartes y bandas de bombos y tambores. Una de ellas, la de la Hermandad de la Soledad de Nuestra Señora, fue la elegida para leer y protagonizar un pregón que se escuchó con atención y que emocionó en muchos momentos.

En la banda de bombos y tambores, “ha crecido el espíritu de muchos de nuestros integrantes que con orgullo van a hablar de Nuestra Señora”, dijo la presidenta de la hermandad, María José Betés. “Son el futuro y con sus toques estamos seguros de que existirá una continuidad. Todos tienen en común el amor a la Virgen de la Soledad”, resaltó.

Entrada de los estandartes de las cofradías y hermandades (arriba) y saludos del presidente de la Junta de Cofradías, Carlos Lacadena (centro), y de la presidenta de la Hermandad de la Soledad de Nuestra Señora, María José Betés (abajo). MIGUEL RAMÓN HENARES y EL PIRINEO ARAGONÉS

José Ramón Salvador encarna actualmente a una de las figuras veteranas de la banda de bombos y tambores de esta hermandad. Él recordó que cada tarde de Lunes Santo, durante la procesión del Encuentro, y también en la de Viernes Santo, “Jaca se sobrecoge” al ver en sus calles a la Virgen de la Soledad, una virgen dolorosa y silente que resalta por “la sencillez que emana de su rostro triste y de unos ojos gachos y lastimeros de los que caen dos lágrimas tan sentidas como discretas”. “Una sencillez que, en el fondo, ha hecho que los jaqueses hayan reconocido en ella a su Madre”, al referente de “un pueblo que sufre y espera como nosotros, tratando de encajar desde la fe, la esperanza y el dolor que genera la pérdida de aquel a quien se ama”, añadió Salvador, que durante la lectura del pregón tuvo palabras de ánimo y recuerdo para las personas que viven y sienten en soledad, y también para las familias que no pudieron acompañar a sus seres queridos en la pandemia. “La Virgen de la Soledad se vuelve hoy en icono y refugio para todas aquellas personas que tuvieron que despedir a sus seres queridos; en ella buscan consuelo los padres, hermanos, familiares, amigos y compañeros de todos aquellos que han expirado en soledad en la habitación de un hospital o en el aislamiento de sus domicilios”, indicó el pregonero, que extendió su pensamiento a “todos los que han muerto” por el covid o por otra causa y que “han sufrido un vertiginoso deterioro debido a la soledad y a la falta de estímulos y compañía”, invocando a la  Soledad de Nuestra Señora como símbolo de “esperanza”.

“Estamos esta noche aquí, porque nosotros somos los responsables de que nuestra Virgen María salga en las procesiones del Encuentro y del Santo Entierro. Somos los que admiramos a nuestra Virgen desde dentro y somos los que vemos cómo las gentes que están en las aceras de las calles de Jaca levantan la mirada hacia nuestra Señora maravilladas, susurrando palabras que ensalzan su belleza y que perfectamente adivinamos en sus labios. Ese es nuestro mayor cometido, saber que es la protagonista absoluta de nuestra hermandad”, remarcó.

José Ramón Salvador durante el pregón. EL PIRINEO ARAGONÉS

El sonido de la Semana Santa

José Ramón Salvador habló también de los sonidos de la Semana Santa, de las bandas de bombos y tambores que la acompañan, una tradición que se vive con gran sentimiento en el conjunto de la comunidad aragonesa, especialmente en el Bajo Aragón, donde “tiene su máxima representación” y donde es “la protagonista absoluta”, con miles de cofrades que afrontan estos días con “pasión, recogimiento y silencio”.

“En nuestra Semana Santa, que es Fiesta de Interés Turístico Regional, también tiene especial importancia el sonido atronador de las bandas”, apuntó.

“La banda de tambores y bombos es parte importante de la Hermandad de la Soledad de Nuestra Señora; tiene mucho pasado y, desde luego, tiene mucho futuro”, auguró, manifestando que “si algún hermano estará en los actos del centenario, dentro de unos años, seguro que serán estos pequeños que tenemos aquí y que tocan el tambor con una maestría que no es propia de su edad”.

Las bandas de bombos y tambores de las cofradías y hermandades a su llegada a la Catedral de Jaca, antes del pregón. EL PIRINEO ARAGONÉS

“La Semana Santa en mi casa es la Soledad”

Susana Lacasa, que continuó el pregón, representando a la generación intermedia que ha crecido en la banda de bombos y tambores de la Soledad, dijo no recordar cuándo comenzó a tocar el tambor. “Ni siquiera sé en qué momento empecé a formar parte de la Hermandad de la Soledad, porque nací con ella”, atestiguó, señalando que de los 75 años de historia que tiene la hermandad, lleva viviendo con ella 36.

“La Semana Santa en mi casa es la Soledad”, subrayó, una frase que por sí sola lo dice todo. “En mi casa, todos formamos parte de la tradición”, explicó, unos saliendo en la procesión, otros tocando el tambor, y los que no procesionan ni tocan el tambor, “organizando, limpiando, planchando y disponiendo cada detalle con mimo y cuidado para que todo esté absolutamente listo el Lunes y Viernes Santo”.

Lacasa comentó que desde pequeña acompañó en las procesiones a su abuela y a su padre, y luego al estandarte, hasta que empezó a tocar el tambor. Cuando se lo propusieron, no se lo pensó mucho, y ahí encontró su espacio de crecimiento personal dentro de la hermandad, en una banda en la que, en su nacimiento, había más presencia de mujeres que de hombres, como es la tradición en esta cofradía. “Todos empezamos con muchas ganas de aprender a tocar el tambor con el objetivo claro de acompañar a la Virgen de la Soledad”, declaró Lacasa, para la que la Semana Santa es un periodo de “recogimiento, entrega, penitencia y silencio”, valores que están igualmente presentes en los sonidos del bombo y del tambor, aunque dicho así parezca “contradictorio”. “Tocar el tambor y el bombo supone recogimiento en nosotros mismos, entrega en los ensayos, en las reuniones y preparativos, y también penitencia”, insistió, para afirmar que es un sentimiento compartido por “cualquiera que haya procesionado en Viernes Santo con un bombo o un tambor”.

“Y silencio. El tambor y el bombo te llevan a un trance que te permite dirigir tu propio corazón y tus propios sentimientos”, donde “el redoble genera una atmósfera ideal para escuchar el silencio”, observó Lacasa, que invitó a los asistentes al pregón y a la ciudadanía en general a que esta Semana Santa, además de admirar a la Virgen de la Soledad, “disfruten de todos los bombos y tambores y vivan en silencio”.

Los tres pregoneros: José Ramón Salvador, Susana Lacasta y Daniel Acín, escuchando al obispo, Julián Ruiz, al final del acto. EL PIRINEO ARAGONÉS

“Una experiencia y sentimiento inexplicables”

Daniel Acín es una de esas promesas que representan el futuro de la banda de bombos y tambores de la Hermandad de la Soledad de Nuestra Señora. Él fue el último en participar en la lectura del pregón. Y lo hizo con la seguridad de quien ya a los cinco años tenía claro que quería tocar el tambor para salir en las procesiones de Semana Santa. “Mi madre me preguntaba si podría aguantar, pero bueno que soy yo cuando quiero hacer algo”, fue su respuesta a aquella lógica duda maternal.

Si hay un momento que a Daniel le gusta especialmente de la Semana Santa jaquesa, ese es el Miércoles Santo, la Rompida de la Hora, la noche en la que las bandas de todas las hermandades y cofradías tocan al unísono por las calles y plazas de la ciudad. Los sonidos de los bombos y tambores irrumpen hasta la medianoche e impregnan la atmósfera de una acompasada sonoridad, “una experiencia” única que provoca “sentimientos inexplicables”, como aseguró el joven tamborilero, que confesó que uno de sus mayores deseos para el futuro es “poder seguir acompañando a la Virgen en la procesión” y conmemorar el centenario de la hermandad.

“Hay que meterse dentro de esta celebración, coger el tambor y sumarse a cualquier cofradía; es la mejor forma de entenderla”, continuó José Ramón Salvador, dirigiéndose a todos aquellos que todavía dudan en dar ese paso, pero a los que, al menos, les quedará “el placer de contemplar desde fuera un momento único y unos sonidos tan penetrantes como inolvidables”.

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