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“Los reagrupamientos forman parte de la esencia misma del montañismo y son fundamentales para el éxito global de cualquier actividad, sea del nivel que sea”

Ascenso al pico Canal Roya desde el Portalet. LUIS PERALES

Los que recorremos montañas sabemos que, en cada salida, existen situaciones a veces espontáneas, a veces planificadas y otras forzadas, en las que el grupo se vuelve a reunir ya sea por cansancio, ya sea para compartir, ya sea por solidaridad, ya sea por seguridad. Cada jornada la iniciamos juntos, hacemos cima juntos y terminamos juntos. Pero durante el día, el recorrido, el diferente físico, los ritmos de cada uno o simples decisiones personales nos llevan a caminar mucho tiempo solos aún sabiendo que no lo estamos. Hasta reagruparnos.

Son esas reuniones espontáneas, planificadas o forzadas las que nos permiten comentar el paisaje, compartir, conocer cómo se encuentra el resto, analizar alternativas, decidir. Rara vez, salvo absoluta emergencia o necesidad, esto se hace a grito pelado, con un walkie o mediante señales con los brazos. Volver a coincidir todos en un punto permite recobrar fuerzas que tal vez no tengamos, levantar expectativas, apaciguar temores, generar confianza, compartir recursos, provocar sensaciones, explotar carcajadas, recordar anécdotas, centrar objetivos, cambiar de rumbo.

Cada uno juega su papel y todos son importantes porque el éxito del grupo depende de cada uno de sus miembros. Si se rompe un eslabón, se rompe la cadena. Y cuando llega el último no se echa a correr, sino que se espera a que se recupere él también.

“Seguimos que nos quedamos fríos”. “¿Estás ya mejor?”. “Un rato más y ya estamos”. “Si quieres lo dejamos y volvemos otro día”. “Hemos venido juntos y volvemos juntos”. “Qué bien se está aquí, somos unos privilegiados”. “¿Veis aquello? Tenemos que ir”. “Aquella montaña la llevo aquí tatuada”. “¿Te queda agua?”. “Hoy voy fundido. Dormí fatal”. “No lo conocía. Es brutal”. “Ayúdame con esto, por favor”.

De un tiempo a esta parte, las prisas, la tecnología, el COVID, la excesiva comodidad y ciertas modas y modos de vida han hecho que las videollamadas, los Teams, los Zooms irrumpan en nuestro día a día profesional (y personal) disminuyendo drásticamente la interacción presencial y el contacto humano. Con sus evidentes ventajas en muchas circunstancias, también están impidiendo disfrutar de los beneficios de la cercanía, la espontaneidad, la mirada a los ojos y la complicidad de la post reunión. Quizás demasiado trabajo en soledad desperdiciando los beneficios, la fuerza y la creatividad del grupo. Quizás demasiada distancia para poder aprender de los que más saben. Quizás demasiada información que no logra viajar por la red.

La montaña es fuente de riqueza para muchos aspectos de nuestra vida cotidiana. Los reagrupamientos a los que hacía referencia al principio forman parte de la esencia misma del montañismo y son fundamentales para el éxito global de cualquier actividad, sea del nivel que sea. Tal vez en la vida profesional deberíamos tomar ejemplo y mantener el contacto humano directo en lugar de multiplicar la dependencia y las carencias de las pantallas. El proyecto común y las personas que lo hacen posible sin duda alguna lo agradecerán.

Firmado: LUIS PERALES NAVAS (Profesional de la planificación estratégica, la puesta en marcha y la gestión de proyectos deportivos, turísticos y de ocio)
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