The Playlist (2022)
Duración: 45 min. País: Suecia. Dirección: Hallgrim Haug, Per-Olav Sørensen. Guion: Sofie Forsman, Tove Forsman, Christian Spurrier, Per-Olav Sørensen. Libro: Sven Carlsson, Jonas Leijonhufvud. Música:Kristian Eidnes Andersen. Fotografía: Jonas Alarik, Ulf Brantas. Reparto: Gizem Erdogan, Christian Hillborg, Edvin Endre, Severija Janusauskaite, Ella Rappich, Ulf Stenberg, Joel Lützow, Lucas Serby, Sofia Karemyr, Valter Skarsgård. Productora y distribución: Yellow Bird y Netflix.
A estas alturas, no creo que nadie desconozca el término que da título a la película. Una playlist consiste en una construcción personal, casi un proyecto vital, en el que imponemos nuestros gustos, nuestros estados de ánimo, y, que va transformándose a cada día que pasa. Es algo vivo, y también casi un diario, porque, en cada época de nuestras vidas, damos título a una nueva lista de canciones para reproducirlas. Este film nos cuenta cómo comenzó Spotify.
Con la aparición de internet, también apareció la piratería. Primero, fue la rudimentaria Napster, que, en 1999, con el protocolo P2p hizo que millones de usuarios pudieran compartir sus archivos personales, de ordenador a ordenador. Todo esto fue posible con los MP3, un archivo comprimido de audio, que reduce las frecuencias, para bajar su peso en megabytes, pero no su calidad de audición, casi imperceptible para el oído humano. Napster fue cerrada por orden judicial tras las múltiples quejas de las discográficas, y su creador se arruinó. Hasta que el fundador de Facebook, en agradecimiento por toda la música que tuvo a su disposición, le cedió un porcentaje de su empresa. Años más tarde, apareció PirateBay, un portal de archivos compartidos, con todos los contenidos inimaginables, hoy todavía en uso. Las compañías discográficas estaban perdiendo millones, sucumbiendo ante la imposibilidad de frenar la piratería. Es donde nace Spotify: proporcionar música gratis a sus usuarios, pagando los derechos de autor a las productoras musicales. Pero, gratis, era un concepto que sonaba igual de desagradable que pirateado. Las compañías discográficas se oponían a este concepto, aunque fueran retribuidas por Spotify. Esta miniserie nos cuenta cómo fue posible, desde múltiples perspectivas. Cada capítulo, recoge y refiere la historia, según la versión de los implicados en ella. Habiendo capítulos contados por abogados, representantes musicales, artistas, el programador y el propio creador de la idea, el empresario tecnológico sueco Daniel Ek. Y la particular versión de los hechos del socio comercial, Martin Lorentzon. El planteamiento es muy atractivo, porque muestra la intrahistoria, los pequeños detalles que podrían quedar sin resolver, si solo tuviéramos una de las versiones de todo el conjunto. También, algo de ficción en su final, planteando que este portal salvó los intereses de Warner, Sony y demás compañías. Si bien, no sucedió lo mismo con los artistas.
El creador de Spotify fue un visionario, alguien que todo lo arriesgó por una idea. Pero, supongo que todos estaremos pensando cómo consiguió que este proyecto obtuviera beneficios, si la música es gratuita. Supongo, que si usan la aplicación, tendrán que soportar tediosos anuncios, sin poder pasar de canción, o sin poder recrearnos en la canción que deseamos, a no ser que dispongamos de una suscripción de pago. El título del film nos vuelve a remitir a esas listas de canciones que vamos creando, y que, si queremos conservar y volver a reproducir, debemos pagar por ello. Pero no por la música, sino por el tiempo invertido en crear esas playlist que anhelamos escuchar.
El film se basa en una dirección sin artificios, simple, aunque muy efectiva. Y un guion, que, aparentemente no tiene complejidad, porque ya somos sabedores de que lo van a lograr. Pero que nos atrapa, mientras contemplamos cómo van logrando sus objetivos.
