
Con el traslado a Galdácano (Vizcaya) de los restos del miliciano vasco Pedro Asua Zubiaur, el pasado sábado, 25 de febrero, se ha completado la primera exhumación oficial que se realiza en una fosa de la guerra civil en el cementerio de Jaca. Pedro Asua, como ya se avanzó en el reportaje Abriendo fosas, cerrando heridas, publicado por El Pirineo Aragonés el pasado 9 de diciembre (número 7.124), fue fusilado el 7 de febrero de 1938, a sus 21 años, tras ser condenado a muerte por un consejo de guerra. Nacido en Galdácano el 13 de marzo de 1916, fue miliciano del batallón Zabalbide, adscrito a Izquierda Republicana, y tras ser apresado, realizó trabajos forzosos en los denominados Batallones de Trabajadores, primero en Asturias y finalmente en Jaca. Debido a una serie de denuncias, fue juzgado, condenado a muerte y fusilado en un procedimiento que duró apenas tres días.
El Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos Gogora y el Ayuntamiento de Galdácano se han ocupado de la recuperación de los restos de Asua. Ha sido la culminación de un largo proceso, que comenzó en 2005 con las investigaciones iniciadas por el forense Paco Etxebarría a iniciativa de Josu Larrea, sobrino nieto de Pedro Asua, y que continuó en 2020 con el trabajo de documentación que abordó el historiador Ander Aperribai por encargo del consistorio vizcaíno. Las labores de localización, identificación y exhumación han sido financiadas por el Instituto Gogora en el ámbito del convenio firmado entre el Gobierno vasco y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que durante los días 13 al 15 de octubre de 2021 se ocupó de las labores previas de prospección que han permitido, finalmente, llevar a cabo la exhumación.
El alcalde de Galdácano, Íñigo Hernando, fue el encargado de recoger los restos de Pedro Asua, a petición de la familia.