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As Bestas

Hoy por la mañana la ciudad ha aparecido envuelta en una densa niebla. Con mi mujer, enlazadas las manos nos perdemos por la calle para disfrutar de una sesión matinal de cine. El ambiente callejero es de quietud, las calles están desiertas, pero una vez dentro del cine e iniciada la película, la paz, el sosiego desaparecen con la primera escena en la que dos hombres, jóvenes, se funden en un abrazo doloroso con un caballo con la intención de cortarle las crines y desparasitarlo. La escena es soberbia, cruel y piensas ¿quién es más animal, más ancestral?

En un pueblo de la Galicia profunda, los personajes van apareciendo en el interior de un bar, un lugar agrio, inhóspito y como detonante inicial diálogos de maldad, de odio por parte de Xan a los que responde Antoine. Nos ponen en antecedentes del guion ante una partida de dominó manifestando las diferencias de los dos duelistas entre los que se nota que existe un odio lacerante.

Fotograma de As Bestas, película ambientada en la Galicia rural y dirigida por Rodrigo Sorogoyen. SE

Antoine, francés, gabacho, como así lo llaman allí, con su mujer Olga han decidido quedarse a vivir en ese pueblo, atraídos por el encanto y bucolismo de la zona. Los hermanos Xan, Lorenzo y su madre han vivido allí toda la vida, en su terruño, pegados a sus tierras y a sus vacas. Representan la España vaciada, que poco a poco se han ido convirtiendo en detritus sociales que el progreso ha ido dejando a su paso, además son conscientes de ello, sobre todo Xan. Pero se les ha presentado la ocasión de ganar dinero a través de la energía eólica, sin embargo, Antoine se niega a firmar y la atmósfera toma ya tintes oscuros, viene una calma tensa que precede a la tormenta, el espacio resulta claustrofóbico, no existen sentimentalismos, hay un choque de lo racional con lo irracional. La puesta en escena sobrecarga la tensión, va in crescendo. Los retazos musicales de la banda sonora, pocos, casi siempre instrumentales, percusión, auguran malos presagios y con mucha frecuencia dando paso a largos silencios, silencios que hablan, que transmiten, que sugieren y que nos van introduciendo en esos personajes atormentados y en esa naturaleza, ahora otoñal y cada vez más teñida de negro. Asistimos a una historia que se va cociendo a fuego lento, muy lento. Los personajes no son ni buenos ni malos, como actores, magníficos y cada uno tiene su razonamiento, no exento de razón, siendo todos válidos, pero son personajes opuestos, fuerzas que al final colisionan originando diálogos incómodos, con silencios eternos, creando a veces, una atmósfera de una calma ahogada. Utilizan el gallego, el castellano como puente y el francés, lo que les confiere con este detalle una gran dosis de veracidad. Con el gallego nos introduce más en esa Galicia profunda con todo lo que simboliza y representa. Si la primera parte es totalmente masculina, en la segunda toma las riendas Olga, mujer fuerte, pausada, romántica. Para la posteridad quedarán los diálogos con su hija Marie en los que surgen chispas debido al choque generacional. Sin aspavientos Olga, con excelente maestría es capaz de reconducir la situación y que las aguas vuelvan a su cauce entre ellas. La atmósfera se enrarece, la espera interminable y no hace presagiar nada bueno, claro está, resulta evidente desde el principio. Cuando salimos del cine la niebla ya ha desaparecido y luce sobre nuestras cabezas un sol espléndido.

Firmado: MARIANO AGUAS JÁUREGUI
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