Para ver este sitio web deber tener activado JavaScript en tu navegador. Haz click aqui para ver como activar Javascript

Arboricultura

“Así, he podido constatar la magnífica labor que se realiza en Jaca por los responsables de las zonas verdes, las cuales, merced a una concepción humanizada del urbanismo, van ganando espacio al asfalto”

Pinsapos del Paseo de la Constitución de Jaca. EL PIRINEO ARAGONÉS

Durante las últimas décadas, la preocupación por las cuestiones medio ambientales, estimulada también por el incremento en cantidad y magnitud de fenómenos perniciosos relacionados con el calentamiento global, está derivando en una creciente sensibilidad social hacia todo lo relacionado con nuestro entorno natural. Somos cada día más conscientes de que salvar la Tierra supone nuestra propia salvación. Poco a poco, aunque sin duda muy despacio, crece una importante consciencia de lo que el árbol supone. Símbolo existencial, desde luego, pero también remedio, pues la vegetación constituye un pulmón liberador de oxígeno a la atmósfera, una pieza clave en la sostenibilidad de la vida en nuestro planeta. Al menos, de la vida tal y como la conocemos.

Sin embargo, perduran los atentados contra los árboles, sea en forma de criminales incendios provocados, una cruel locura difícil de concebir, sea por parte de pirómanos interesados; también, con mayor frecuencia, la desidia, la imprudencia y los malos hábitos provocan graves consecuencias en el monte y en el campo. El resultado es idéntico: el bosque quemado, que tanto cuesta después recuperar, si es que ello se consigue.

Pero la ofensiva contra el árbol, de por sí muy castigado por las sequías y las olas de calor extremo, no solo tiene lugar en el medio rural, sino también en el seno urbano, donde el cemento va cediendo paulatinamente protagonismo a las zonas verdes, pues en la fatal nómina de injurias a la naturaleza también figuran las agresiones cotidianas hacia el árbol más próximo, el que nos acompaña en nuestro paseo urbano y nos cobija del sol implacable en verano. Su enemigo más peculiar es la falta de civismo y, por parte de quienes debieran encargarse de su cuidado, el desconocimiento, cuya mala praxis carece en la actualidad de cualquier tipo de repercusión o responsabilidad. Desde la poda abusiva y mal realizada a la carencia de un mantenimiento adecuado, dirigido por especialistas, es frecuente el maltrato del arbolado, no solo en los espacios públicos, sino también en las fincas y jardines privados. En Europa existen los certificados de arboricultura, como el ETW, el ETT e incluso el VETcert, que garantizan la posesión de tales competencias e intentan luchar contra el intrusismo; en España, estas credenciales aún no son obligatorias, aunque afortunadamente puede observarse, tanto por parte de las entidades locales como de las autonómicas, notables avances en el sentido de promover una mayor profesionalidad, que empieza por la elección de las especies idóneas y con mayor probabilidad de adaptación y culmina con su vigilancia y mantenimiento.

Así, he podido constatar la magnífica labor que se realiza en Jaca por los responsables de las zonas verdes, las cuales, merced a una concepción humanizada del urbanismo, van ganando espacio al asfalto. La ciudadanía, sin embargo, aún camina un tanto por detrás de estos técnicos, si bien es claramente tangible un incremento de la sensibilidad hacia todo lo que representa el medio ambiente.

Firmado:  CARMEN BANDRÉS SÁNCHEZ CRUZAT
No hay comentarios todavía

Los comentarios están cerrados