Para ver este sitio web deber tener activado JavaScript en tu navegador. Haz click aqui para ver como activar Javascript

100 AÑOS

Septiembre 1922

Las actrices Carmen Oliver Cobeña y Carmen Cobeña en una fotografía y retrato de la época, respectivamente.

«A tal señor, tal honor». Pocas veces ha tenido realidad más viviente el viejo aforismo mencionado, como en ocasión presente. Suponía para nuestro público un verdadero acontecimiento, sin precedentes en los fastos del Teatro jaqués, el ver y aplaudir en el mismo una compañía de «primísimo cartelo», y tal motivo hizo que, apenas lanzadas las listas de la compañía que venía a actuar, fueran disputadas en abono todas las localidades del que llamamos TEATRO VARIEDADES, durante las 5 funciones que se pensaban representar, y que a la avidez del público por conocer la hermosa labor y trabajo de la compañía Cobeña, ha obligado a la empresa a duplicar.

La simpatiquísima Carmita Oliver, esa niña gran actriz que no obstante sus juveniles años revela y delata toda la virtualidad, todo el amor, todo el sentimiento, patrimonio de las más celebradas actrices modernas, que «La chica del Gato» cautivó al público; en «Rirrí» hizo gala de sus privilegiadas dotes; deleitó en «No te ofendas Beatriz»; hizo una Rosario inimitable en «Sueño de una noche de agosto»; obtuvo éxito rotundo en «Retazo»; fue una Catalina, como soñada por el autor en «Madame Pepita», y apareció con su peculiar hermosura artística en «Primavera en otoño», ha corroborado la muy justa fama de que venía precedida y demostrado lo muchísimo que vale, augurando lugar primordial entre las más célebres artistas patrias.

La dignísima y genial Carmen Cobeña, siempre joven para el arte nos ha evocado los tiempos de su mayor esplendor en «Una mujer sin importancia», «Madame Pepita», «El caudal de los hijos» y «Primavera en otoño», revelando toda la excelsitud de su privilegiado arte escénico (…) Un tramoyista.

No hay comentarios todavía

Los comentarios están cerrados