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Para Montse Castán resultó una jornada “muy animada” y “completa”, en la que todo el mundo se sintió “a gusto”

Baile y charla al son de Los Músicos de la Solana en el Día del Traje de Ansó. JAIME COSIALLS

Los Músicos de la Solana tocan y la gente baila y conversa animadamente en torno a una mesa en la que se acumulan los platos donde aún quedan restos de migas de pastor. El porrón pasa de mano en mano en una mañana de fiesta, que para muchos de los vecinos siempre llega tras una noche corta, pero alentados por la ilusión de volver a revivir las viejas tradiciones. Es el Día del Traje, el más grande y esperado del año en Ansó, en el que se reúnen las familias –las que permanecen en el pueblo y las que emigraron en su día– para disfrutar de un legado que es motivo de orgullo y que se transmite y comparte de generación en generación.

Este año han salido a la calle todos los trajes que se guardan en el ropero municipal, 82 en total, como recuerda la alcaldesa, Montse Castán. “Hay muchas ganas e ilusión, más después de que el reparto de los trajes ha ido bien y todo el mundo está contento”, asegura.

La alcaldesa, que ha preferido no llevar el traje típico para que otra mujer pueda lucirlo, pasea al lado de la consejera de Economía, Planificación y Empleo del Gobierno de Aragón, Marta Gastón, descendiente de la villa y que ha elegido para la ocasión un vestido de fiesta, con basquiña verde, camisa blanca almidonada y un tocado de churros forrado con cinta roja. En otro rincón, una pareja de novios posa sonriente para los fotógrafos, una escena que se repite en los espacios que se han ambientado para que la celebración llegue a todas las partes del pueblo.

Delante de la iglesia, en torno a un pupitre de madera de la vieja escuela, dos niñas que ya lucen basquiña se presentan alegres y distraídas, acompañadas de otras dos más pequeñas vestidas con el traje de periquillo y cubiertas con el gorro y el saigüelo colorao tan característicos de esta llamativa indumentaria reservada para el día de la confirmación.

También resulta emotiva la fotografía de tres miembros de una misma familia en un posado que recuerda a los retratos de época: un pequeño en brazos de su madre con los ropajes de cristianar (bautizar), y a su lado, el abuelo, ataviado con el traje de calzón que tiene guardado para las grandes celebraciones.

De arriba a abajo: Montse Castán y la consejera Marta Gastón paseando por las calles de Ansó. Pareja de novios posando para los fotógrafos. Cuatro niñas se entretienen alegres y distraídas junto a un pupitre de madera de la antigua escuela. Tres generaciones luciendo el traje típico en uno de los días más importantes de Ansó. JAIME COSIALLS

El traje ansotano –de origen medieval– y su historia pueden conocerse durante todo el año en el Museo del Traje, ubicado en la ermita de Santa Bárbara. Sus vitrinas muestran las distintas etapas y transiciones de la vida de los ansotanos a través de su indumentaria, ligada a la vida cotidiana y, de forma muy relevante, a los diferentes actos litúrgicos.

El último domingo de agosto, este museo recobra vida y se traslada a las calles, donde los visitantes pueden apreciar la singularidad de las vestimentas, con robustas y coloridas telas, gran cantidad de motivos y detalles decorativos y laboriosos peinados.

El Día del Traje, declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional en 2011, recuperó este año todo su esplendor tras las restricciones obligadas por la pandemia. Al igual que en 2020, se realizaron diferentes recreaciones junto a fachadas, plazas y rincones para mostrar los antiguos oficios y costumbres.

“Han funcionado muy bien gracias a la implicación de los vecinos, que han sacado de las casas antiguos enseres y trajes”, señala la alcaldesa, satisfecha del compromiso de todos ellos por dar a conocer sus costumbres y tradiciones. “Es algo que tenemos que cuidar y mantener”, asegura.

Uno de los momentos más esperados por parte del público, es la exhibición de los trajes que se hace desde la pasarela instalada en la plaza Domingo Miral, junto al ayuntamiento. Como un desfile de modelos, se va mostrando cada indumentaria, acompañada de su correspondiente explicación, para finalizar con una postal en la que se aprecia la riqueza de la vestimenta ansotana en todo su conjunto.

La fusión de la pasarela y los rincones es el modelo a seguir y que se quiere consolidar en el futuro, explica Montse Castán, que insiste en “la labor que hacen los vecinos de los barrios”, para que el Día del Traje pueda vivirse con la misma intensidad en todos los lugares del pueblo.

Gracias a su implicación, a la amplia participación –con más de un centenar de personas ataviadas al uso tradicional– y a la presencia de un público, siempre numeroso y entregado, la jornada resultó “muy animada” y “completa”, en la que todo el mundo se sintió “a gusto” paseando por las calles y rincones de Ansó, reconoce Castán.

La pasarela, momento en el que se muestran todos los trajes que conforman el ropero de Ansó. JAIME COSIALLS
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