
Dos personas paseando por la zona afectada. EL PIRINEO ARAGONÉS
Uno de los efectos secundarios que ha provocado el mercado medieval de Jaca ha sido el estado en el que ha quedado el césped del glacis de la ciudadela, donde se instalaron algunos puestos y atracciones lúdicas del 23 al 25 de agosto. La hierba, aunque resistente a las pisadas y los impactos, ha sufrido daños que son visibles en varias de las zonas que fueron utilizadas. “El césped de la ciudadela es resistente, pero no aguanta la compactación de miles de pisadas durante tres días”, han señalado los responsables del servicio municipal de parques y jardines consultados. “Se puede recuperar, porque ya se ha hecho otros años, aunque en ocasiones anteriores el impacto ha sido menor que el de ahora”, indican, sin esconder su malestar al comprobar que el trabajo de cuidado y mantenimiento que se lleva haciendo durante la primavera y el verano se ha visto interrumpido y ha sufrido un “importante paso atrás”. “La tasca, si se muere, hay que resembrarla, y el proceso de recuperación y regeneración es lento”, indican, a la vez que recuerdan que, debido a la compactación del terreno, se han producido daños en las tuberías del sistema de riesgo y los aspersores, con dos reventones que ha habido que subsanar. Los efectos son igualmente evidentes en la estética del monumento, con calvas y amplias zonas secas y amarillentas.
Detalles de los efectos provocados por las pisadas en el césped del glacis. EL PIRINEO ARAGONÉS
Como decía el botánico pastólogo Pedro Montserrat Recoder en un artículo publicado en El Pirineo Aragonésen 1998, a raíz de la propuesta para roturar y sustituir la tasca de la ciudadela por césped de jardín, los glacis “son esenciales” y “apropiados para el esparcimiento ciudadano”, pero para su conservación es necesario mantener y cuidar la superficie, una labor que parece sencilla, pero que no lo es por la propia fisiología del césped. “Evolucionó in situ y con el tiempo incorporó plantas singulares, las especialistas del pisoteo que rebrotan y verdean en otoño. Se trata de un césped natural, mantenido por el pastoreo ancestral que persistió muchos siglos”, señalaba Montserrat en aquel artículo, en el que recordaba que “el césped forma sistema con el rebaño y se cierra o afina –como dicen nuestros pastores– si se usa bien”.