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Carlos López-Otín en una imagen de archivo. SE

Un equipo científico de la Universidad de Oviedo, codirigido por el investigador serrablés Carlos López-Otín y la bióloga molecular asturiana María Pascual, ha conseguido descifrar el genoma de la denominada “medusa inmortal”, la Turritopsis dohrnii, una especie de pequeño tamaño que se encuentra en el Pacífico y el Atlántico, pero también en aguas mediterráneas.

Los resultados de este trabajo han sido publicados en la revista científica PNAS y han sido objeto de numerosos artículos en la prensa especializada y las principales cabeceras de periódicos nacionales e internacionales.

La capacidad que tiene la Turritopsis dohrnii para rejuvenecer fue lo que llevó al equipo científico del Instituto Universitario de Oncología de la Universidad de Oviedo a estudiarla, con el propósito de identificar las posibles claves genómicas de su inmortalidad y los mecanismos que permiten su continuo rejuvenecimiento. Gracias a estos logros, se podrían encontrar respuestas relacionadas con el envejecimiento.  No es la primera vez que el equipo que dirige Carlos López-Otín estudia los genes de algún animal longevo, como ocurrió con las tortugas gigantes de las Galápagos, las ballenas boreales y los tardígrados.

La Turritopsis dohrnii, la medusa inmortal. SE

La medusa Turritopsis dohrnii “es el único animal capaz de revertir desde un estado diferenciado ya en la edad adulta”, explica la bióloga María Pascual, en declaraciones al periódico El País. Hay otras medusas que también realizan este proceso, “pero siempre antes de la madurez sexual”, señala. Y es ahí, según la investigadora, donde está el poder de esta especie, “en la activación de los genes relacionados con el estado de pluripotencia de las células”. Ya de partida, este animal tiene un mayor número de copias de los genes implicados en la replicación celular y la reparación del ADN que la Turritopsis rubra, una pariente cercana con la que se ha comparado y que sí es mortal. Esta duplicación hace que la T. dohrniidisponga de “mecanismos celulares más eficientes” que la T. rubra, señalan los autores del estudio.

“La inmortalidad es indeseable, el envejecimiento es inexorable, pero la longevidad es extraordinariamente plástica y la Turritopsis dohrnii lleva esta plasticidad al límite”, asegura al mismo rotativo Carlos López-Otín.

“Lo que he aprendido en este tiempo [durante su más de 35 años investigando los mecanismos celulares del cáncer] es que las células pueden volverse egoístas, viajeras e inmortales. Entender el cáncer exige estudiar otros mecanismos y procesos de inmortalidad. De ahí nuestro interés en esta medusa”, asegura.

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