El autoconsumo permitirá a un residente habitual ahorrar entre un 40% y un 50% en la factura eléctrica
Plano explicativo de cómo funciona la comunidad energética de Escarrilla. INGEPIR
La entidad local menor de Escarrilla, en el valle de Tena, ha impulsado la creación de una comunidad energética de ámbito municipal, la primera de estas características en ponerse en marcha en las comarcas del Alto Gállego y la Jacetania. La iniciativa ha sido impulsada por el consistorio, cuenta con la participación de los vecinos y está siendo coordinada por INGEPIR, empresa de ingeniería con sede social en Jaca que se dedica, entre otros proyectos, al diseño y gestión de plantas solares y comunidades energéticas.
El objetivo de esta iniciativa es fomentar el autoconsumo energético entre los vecinos y reducir la factura eléctrica en un porcentaje que podría ser del 40% al 50% en el caso de un residente habitual, según explica Enrique Lope, ingeniero de proyectos de INGEPIR.
La cooperativa se constituyó a principios de julio y actualmente se encuentra en fase de adhesión a la comunidad energética por parte de los vecinos interesados. “Se han hecho ya unas 150 preinscripciones, una cifra que está dentro de las expectativas marcadas inicialmente; fundamentalmente son personas de primera y segura residencia, restaurantes y comercios”, señala.
Escarrilla cuenta con algunas ventajas respecto a otras localidades que han iniciado el proceso para crear sus propias comunidades energéticas como es el hecho de disponer de una comercializadora y una distribuidora eléctrica (Energías de Escarrilla y Electro Escarrilla, respectivamente), que pertenecen al ayuntamiento. “Al tener personal con amplios conocimientos en aprovechamiento energético, el desarrollo y la implantación de la comunidad es más sencillo y rápido”, comenta Lope.
La comunidad energética de Escarrilla se ha constituido como una asociación sin ánimo de lucro para gestionar una o varias plantas de autoconsumo fotovoltaico para sus asociados. Es una iniciativa municipal, a la que pueden sumarse particulares y empresas, y donde los miembros tienen voz y voto en la toma de decisiones. A cada participación le corresponde 545 kWh/año de energía proveniente de la instalación, siendo el precio de la acción de 300 euros. El mínimo para formar parte de la comunidad es una participación, si bien no hay límite por arriba, de manera que los asociados puedan optar a la energía que necesiten en función de su consumo. Sí que es imprescindible que se encuentren en un radio de 500 m desde el centro de transformación.
“La energía que genere la comunidad será para los socios y si hay excedentes se podrá destinar a otros fines como venderla a la red general, lo que producirá unos beneficios, pagar gastos de la comunidad, donarla o promover cursos de formación”, explica Lope.
Las placas solares se instalarán en un campo de titularidad municipal conocido como Costalazos, con una capacidad de generación fotovoltaica de 234,9 kWp. Serán 522 paneles de 450 W colocados en soportes con una inclinación de 30° y levantados 0,5 m del suelo para evitar la acumulación de nieve.
El coste de la actuación es de 223.500 euros, de los que podrían subvencionarse 177.349,5 euros, a través de los fondos procedentes de la Unión Europea que la comunidad autónoma destina a este tipo de proyectos. El plazo ya se ha abierto, apunta Lope, que recuerda que también se está a la espera de obtener el visto bueno del INAGA (Instituto Aragonés de Gestión Ambiental) para dar inicio a los trabajos.
“De momento, se va a hacer una instalación, adaptada a la demanda existente, lo que no quiere decir que no se amplíe en un futuro”, indica, ya que la producción de energía que se prevé inicialmente “no será suficiente para atender la demanda de todo el pueblo”. Llegado el caso, habrá que buscar otras zonas próximas al casco urbano que permitan desarrollar nuevos parques fotovoltaicos gestionados por la misma comunidad energética.