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Fernando Sanmartín, Ramón Acín, María Gómez y Patio y Eugenio Mateo participaron en la presentación del libro en el salón de actos de la Biblioteca Municipal. ATENEO JAQUÉS

Habitualmente los momentos próximos de acostarse eran los elegidos. Siempre después de cenar y a menudo, después del postre. Todos reunidos junto a la chaminera, el abuelo tomaba la palabra en aquella casa de piedra, mientras el viento cogía impulso desde San Juan de la Peña y lanzándose ladera abajo, merodeaba por las calles azotando con fuerza la puerta de cada casa en Santa Cruz de la Serós. El abuelo Sebastián contaba todas las noches la misma historia, la misma procesión de almetas que vagaban en pena, desde el viejo cementerio, hasta llegar al pueblo. Buscaban en cada hogar un alma nueva y limpia para quedarse con ella; el alma de un niño que después de medianoche todavía estuviera despierto. Entonces, muy solemnemente y ayudándose incluso con la luz de una linterna proyectada adecuadamente bajo su rostro, el abuelo Sebastián gritaba “¡esa pierna!” y agarraba la extremidad del nieto que estuviera más descuidado en ese mometo. Las risas continuaban a la historia. Es tan solo una anécdota familiar, un recuerdo de la infancia que ha regresado a la vida tras la lectura del libro Leyendas aragonesas (inéditas).

Espantabrujas en la chimenea de una casa de Santa Cruz de la Serós próxima a la iglesia de Santa María. EL PIRINEO ARAGONÉS

Leyendas aragonesas (inéditas) está editado por Prensa Diaria Aragonesa, la editorial de El Periódico de Aragón y es un proyecto que nace de sus coordinadores, los escritores Eugenio Mateo y María Gómez y Patiño. Como afirma en el prólogo el director de El Periódico de Aragón, Nicolás Espada, nuestro Aragón es tierra mágica por antonomasia. Desde Sender a Bécquer, sus leyendas han cuajado diversos episodios en la literatura española y desde la tradición popular la mayoría de los aragoneses tenemos constancia y conciencia de alguna historia más o menos creíble por legendaria o mágica, que ha pasado de tatarabuelos a bisabuelos, de bisabuelos a abuelos y que, tras varias generaciones, ha llegado a nuestros días. El caso es que las leyendas de un terruño terminan por conformar el acervo cultural de un territorio, afianzando su historia y su identidad. Y este acervo cultural heredado de lo legendario está especialmente presente y resulta evidentemente visible hoy todavía en Aragón donde podemos encontrar estatuas dedicadas a gigantes, duendes, trasgos o como en Trasmoz, diversos homenajes, recuerdos y referencias a la brujería. Y respecto a las brujas, resulta harto difícil hallar en el Pirineo aragonés una vivienda cuya chimenea no tenga en su cúspide un espantabrujas protegiendo el hogar.

Las Leyendas aragonesas que nos presentan los veintiún autores que completan este libro de casi trescientas páginas nos transportan a las raíces de nuestra tierra, en todas sus latitudes, épocas y vertientes, pues la tierra aragonesa es recorrida en su totalidad a lo largo de sus narraciones, ya que, como bien apunta en su texto Javier Barreiro, la magia y el misterio no son exclusividad del Pirineo en este nuestro extenso territorio. Porque el libro también es un viaje, tanto espacial como temporal y en él se presta atención a mitos o leyendas que no han llegado a ser tan populares como san Jorge y el dragón, por poner un ejemplo que aglutina, más o menos, la totalidad de nuestro territorio. Así, José Luis Acín Fanlo inaugura este viaje dando un claro previo aviso para lectores y comienza su relato a orillas de un río sagrado, el río Ara-Altar, probablemente el cauce más sagrado que tenemos en Aragón. Y lo hace situando su relato en La Aisuala y de paso, haciendo referencia a la dura vida del campo en la montaña, recrudecida por una insoslayable despoblación que termina por configurar una inevitable España vaciada. De ese mito de las abuelas pasamos a Ramón Acín y su Cosetas de grandizos, una referencia a los dioses gigantes que fueron convertidos, por una u otra razón, en las tremendas rocas que conforman en la actualidad el Pirineo. Referencias a gigantes míticos como Balaitús, Gratal u O Fotronero que acaban por convertirse en Peña Foratata o Guara, añadiendo también al relato un magnífico glosario en aragonés que termina por situarnos en la tierra y en el tiempo.

Pilar Aguarón nos hace viajar a la herida Belchite con su relato Así es la vida donde, a través de la memoria histórica, deja esta frase para el recuerdo: “Los muertos no se odian, solo se odian los vivos”. Margarita Barbáchano nos propone una viaje codigodavincesco al Pilar de Zaragoza bajo la investigación de una misteriosa tabla de la última cena, mientras que el ya citado Javier Barreiro lamenta la extinción del río Grío y también propone un recuerdo al Aragón abandonado.

Con Navidad en los tejados, el Domingo Buesa más dickensiano nos transporta a su niñez y a la de muchos, en Sabiñánigo, donde la magia era verdad a los ojos de los niños; y aquellos ruidos misteriosos, aquello desconocido que caminaba por los tejados en las noches de Navidad, no era ni más ni menos que la Sagrada Familia buscando posada, en cada casa, en cada lumbre.

Portada del libro.

Alejandro Corral nos propone un viaje fantástico que roza la ciencia ficción, un trayecto que el lector realiza de la mano de Melijá, la más bella de Daroca, y en este viaje se dan cita otros mitos conocidos como los amantes de Teruel, San Jorge y el dragón o la más moderna de todas las leyendas, El Duende de Zaragoza. Por su parte, José Luis Corral abre el camino de la tradición real de los pueblos malditos y sitúa su relato en Trasmoz, el Monasterio de Veruela y Litago incluyendo en él algunos poemas que no tienen desperdicio. Desde los pueblos malditos, nos vamos a Boquiñeni, en la provincia de Zaragoza, donde Cristina Fallarás nos cuenta su particularmente estremecedor encuentro con un especial vampiro.

Clara Fuertes nos vuelve a hablar de los pueblos malditos pero esta vez haciendo referencia a Canfranc Pueblo, sus dos incendios, su riada y un alud mortal que sin embargo, nos lleva a la magia en este relato misterioso donde también se nombra al Hospital de Jaca, como centro neurálgico para la atención primaria de los montañeros.

Luz Gabás sitúa su leyenda en Cerler, donde un hacha de bronce desencadena un revuelo tal que pareciera en lugar de hacha la propia Excalibur hallada en la nieve aragonesa de los pueblos ancestrales. María Gómez y Patiño con su Balada de Gotor nos cuenta una historia celtíbera que ha pasado de generación en generación y termina por formar parte de una tradición familiar.

Entre los veintiún autores, también encontramos a Raúl Herrero que con Los papeles de Uxía Duncannos cuenta el quilombo de una investigadora escocesa que emprende viaje por España con el argentino Manolo de Triana y la británica de apellido Erentxun. Durante este desternillante relato encontramos personajes tan dispares como el soriano Domenico Modugno, el mago Merlín o incluso a los hermanos Tonetti, todos ellos en esa inconfundible región donde Valencia linda con Ciudad Real, casi junto a la Costa da Morte. También encontramos, en esta apreciable nómina de autores, a Magdalena Lasala quien nos hace viajar en el tiempo para encontrarnos con la doncella de Calcen en el año 1604 y a Soledad Puértolas brindando al lector un trayecto algo más onírico para ahondar en lo verdadero que hay en los sueños, si estos nos llevan del Danubio al Maestrazgo.

Macu Hervás y Leonor Lalanne coinciden en situar su leyenda a los pies de la sierra de Guara, mientras Hernán Ruiz nos transporta a tierras bilbilitanas para hablarnos de la Dolores. Fernando Sanmartín cierra el libro con Castiello de Jaca. Reliquias y relatos, donde además del Pirineo cita Maleján, Borja, Veruela y nos habla del Santo Grial. Eugenio Mateo Otto participa en el libro con Los colmillos del oso cavernario, una leyenda que nos recordará a la presencia del oso en las montañas pirenaicas y a las huellas de Camille, y cierra el libro Ricardo Serna con un sugerente Los aparecidos.

Leyendas aragonesas (inéditas) es uno de los libros más interesantes que se han editado este año en Aragón y uno de los más cercanos para el lector, pues todos recordaremos entre sus páginas, los cuentos que nos contaban los abuelos.

El Ateneo Jaqués presentó esta obra en la Casa de Cultura con motivo de la XXIII Feria del Libro de Jaca y en el acto participaron el escritor Eugenio Mateo y la artista y escritora María Gómez y Patiño. La jornada siguiente se celebró una firma de libros con los citados autores a los que se sumaron Fernando Sanmartín y Ramón Acín.

MARCOS CALLAU (Ateneo Jaqués)
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