Para ver este sitio web deber tener activado JavaScript en tu navegador. Haz click aqui para ver como activar Javascript
En la cumbre de la Gran Facha. SE

Con motivo de la festividad de Nª Sª de las Nieves, y organizado por la Asociación Amigos de la Facha, se ponía en marcha este pasado viernes la tradicional romería a la mítica cima de la Gran Facha (3005 msnm) en su octogésima edición. Se conmemoran unos hechos que se produjeron en octubre de 1941, cuando cuatro montañeros franceses, el matrimonio Chevalier, el hermano de ella, M. Doubliez y el diácono Vincent Betty, tras haber culminado con éxito la ascensión a la montaña, en el descenso tenía lugar un accidente en el que Maïte Chevalier se precipitaba por una placa de nieve dura, resbalando y deteniéndose al borde del precipicio, salvándose de ese modo, de una muerte segura, hecho que atribuyeron a la virgen de Lourdes, dada su profunda devoción mariana. Desde entonces, tomaron la firme decisión de subir una imagen de la virgen, y celebrarlo cada año. Fue en 1965 cuando se cambió la fecha para hacerla coincidir con la festividad de Nª Sª de las Nieves.

Desde entonces, numerosos montañeros de uno y otro lado de la cordillera han ido fortaleciendo la asociación, con el fin de mantener viva la tradición, que consiste en juntarse en el cuello de la Facha para continuar conjuntamente la peregrinación a la cima. El presente año, con la única excepción de que el refugio de Wallon-Marcadau no tenía lista su apertura tras las obras llevadas a cabo en estos últimos meses, el resto de ceremonias se llevaban a cabo en tiempo y forma, y en los lugares de costumbre. A las 9 de la mañana se daban cita los participantes en el collado, donde se ponían los materiales de montaña a disposición de los oficiantes para llevar a cabo su bendición, tras de lo cual se ascendía por la arista norte de la montaña hasta su cima, pasando por la punta Legardére, en memoria de Francis Legardére, un héroe de la resistencia francesa, y todo un referente de la historia de la peregrinación.

Una vez los montañeros ocupaban la cima, tenía lugar el entrañable acto para destacar a las personas para la que ha sido su primera ascensión a un tres mil. Tras la celebración de la eucaristía de altura, se tiene un emotivo recuerdo de los fallecidos en la montaña, dando así por terminados los tradicionales actos en conmemoración de aquellos hechos ocurridos hace ochenta años, y que congregan a un nutrido grupo de montañeros de uno y otro lado de la cordillera en un acto de exaltación de los valores montañeros.

Firmado: CHEMA TAPIA
No hay comentarios todavía

Los comentarios están cerrados